Una de las claves fundamentales para el éxito de cualquier destino turístico es su buen nombre, su buena reputación, su prestigio nacional e internacional o, si lo prefieren, poca gente gastará su tiempo y su dinero en un destino desprestigiado o poco conocido.

Esos atributos positivos de conocimiento y buena reputación general son lo que Benidorm y la Costa Blanca han conseguido tras mucho esfuerzo y mucho dinero público y privado invertido desde hace décadas.

Tanto el buque insignia turístico Benidorm, sus diferentes corporaciones locales, como el resto de la provincia de Alicante, a través del Patronato de Turismo de la Diputación Provincial, han sido gobernados más de tres décadas por partidos de derechas e izquierdas, aplicando cada uno, como debe ser, sus diferentes visiones y prioridades, pero coincidiendo todos en mantener y mejorar su marca turística gracias a lo cual la actividad turística sigue ocupando posiciones fuertes de liderazgo en el ámbito nacional e internacional, con sus consecuencias positivas socioeconómicas, la primera de ellas el empleo y la aportación del sector al PIB de nuestra Comunidad, especialmente en la provincia de Alicante.

Está fuera de toda duda que las marcas turísticas Benidorm y Costa Blanca son conocidas, reconocidas y muy bien valoradas en nuestros mercados emisores, plenamente aceptadas y apoyadas por el sector privado y que es un hecho objetivo que su constante potenciación y mejora no debería depender, como no lo ha hecho hasta ahora, de ideologías políticas. Son de todos y para todos, funcionan muy bien y hay que seguir potenciándolas desde todos los ámbitos: político, periodístico, universitario, profesional, etcétera. Durante décadas hemos sumado esfuerzos cada uno desde su responsabilidad, alcanzando lo que hoy es un destino global de éxito desde Dénia a Pilar de la Horadada y todas las comarcas del interior.

Ya tuvimos la amarga experiencia de la fallida «Mediterranía» que nadie aceptó, ni los municipios turísticos ni los mercados emisores ni el sector privado, a pesar de invertir en ella varios miles de millones de pesetas de dinero público que se deberían haber dedicado a mejores fines.

El sector turístico no necesita experimentos, sino mejorar las cosas que ya se hacen bien y solucionar problemas pendientes, algunos históricos, como las infraestructuras, y otros actuales como conservar y mejorar posiciones de liderazgo, investigar los nuevos hábitos, tendencias y demandas de los turistas, insistir en la mejor formación de los futuros profesionales, mejorar cuotas de mercado en determinados orígenes y alcanzar mayor y mejor presencia en Internet, por citar solo algunas cuestiones.

No juguemos con cosas tan serias. Benidorm, como gran estandarte turístico de nuestra Comunidad, y Costa Blanca como marca paraguas acompañando a todos los municipios turísticos del resto de la provincia de Alicante, necesitan apoyo para seguir unidos y ser más fuertes frente a otros destinos competidores. Tener el enemigo en casa siempre es lo menos deseable. Ya tenemos bastantes y feroces competidores en este mercado, cada vez más globalizado y competitivo todos los días.