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Juan José Millas

Expresiones fósiles

El «ático de González» va a quedar como una expresión acuñada, una especie de fósil que sirve para lo que sirven los fósiles: para estudiar el pasado. Le echas un vistazo a la aventura de ese inmueble en el que el expresidente de la Comunidad de Madrid veraneaba o pasaba los fines de semanas, y te sale una novela. Primero, dice él, lo tenía alquilado, por un precio muy inferior a su valor, a una especie de empresa fantasma, radicada en un paraíso fiscal. Luego, asegura él, lo compró a ese mismo dueño del que no sabemos nada. La fiscalía sospecha que siempre fue de González, aunque se inventó una personalidad jurídica para alquilárselo a sí mismo. Hay gente con problemas de doble personalidad, yo mismo, pero no se sabe de nadie que se desdoble en una identidad jurídica. Nadie dice de sí mismo, por poner un ejemplo, que al tiempo de ser Fulano de Tal es El Corte Inglés. Para desdoblarse en El Corte Inglés, además de un poco de esquizofrenia, has de tener delirios de grandeza. Desde luego, para poseer un ático en Marbella, y en el piso de arriba de la nieta de Franco, un poco de delirio no viene mal.

A nosotros, lo que nos extraña es que el interfecto hable con esa naturalidad de la operación. Como si fuera normal tener tratos con personas jurídicas que actúan desde paraísos fiscales. No resulta normal, desde luego, para la gente de la clase media, ni siquiera para la gente con posibles. Lo común, cuando uno alquila un chalé en la sierra es que, después de firmar el contrato, te tomes un café con el propietario, que aprovechará para explicarte las características de la caldera de gas. La caldera de gas tiene su idiosincrasia, que no sabemos a ciencia cierta qué quiere decir, pero alude, nos parece, a su personalidad. Del mismo modo que cuando llevas al niño a la guardería por primera vez pones al tanto a la cuidadora de sus costumbres, cuando alquilas un apartamento en la sierra, su dueño te advierte sobre las veleidades de la caldera y el modo de suavizarlas. Eso es lo normal. Pero la gente que rodeó a Esperanza Aguirre tenía gustos caros y secretos inconfesables que lo están empapando todo, como la lluvia fina de la que hablaba Aznar. «Lluvia fina», otra expresión fósil cuyo estudio dejamos para más adelante.

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