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Semana y Media

Andrés Castaño

Baile de máscaras

Lunes

EL CHOTIS

Se requiere una elevada dosis de indulgencia para no admitir que la alcaldesa de Madrid está gloriosamente incapacitada para el cargo. Prescindiendo de que lo ignora todo acerca de la gestión diaria y es ninguneada sistemáticamente por un equipo de gobierno enzarzado en reflexiones acerca de cuál es el método idóneo para la salvación colectiva, si quitarle una calle a Dalí o sustituir a los reyes magos por majorettes, Manuela Carmena ejerce el cargo como si fuera la cuarta hada madrina de la bella durmiente. Esta mañana ha agasajado a los jugadores de baloncesto del Real Madrid con ceniceros portátiles como obsequio por su victoria copera de ayer. Podría haberles regalado con idéntico propósito pedagógico un paquete de caramelos sin azúcar para prevenir la diabetes: es sabido que los jugadores de baloncesto son tan aficionados al tabaco como a las golosinas. El problema es que estas improvisaciones simpáticas tienden a deslizarse por acumulación por la pendiente del sketch interminable y conviven con cierta sensación de ineptitud aderezada con la peregrinación de concejales al juzgado por bocazas compulsivos.

Martes

EL CAMPEADOR

El estado de «shock» en que anda sumido el PP debe de ser lo suficientemente severo como para que la única reacción a los sarpullidos que escandalizan desde hace unas semanas haya procedido de Francisco Camps, a quien todo el mundo creía impartiendo seminarios sobre gobernanza y alta costura. Camps es un político amortizado cuya carrera expiró por un asunto tan ridículamente mezquino como tres trajes y no por haber fiscalizado a sus subordinados con la diligencia de los tres monos sabios de los budistas japoneses: ciego, mudo y sordo. Pero al menos le honra el arrebato de quien fue acusado burdamente con evidente malicia política y ahora se rebela contra una nueva batida de caza que pretende desestabilizar al PP para adecentar la farsa de Sánchez y Rivera. Esta mañana ha convocado a los medios en un hotel para arengarlos a fondo perdido y allí ha quedado claro que le ocurre con los nuevos dirigentes del PP lo que a Barbra Streisand con sus sucesoras: parecen teloneras. Inenarrable el momento en que ha aludido al piso de alquiler de Rita Barberá como prueba de su honradez (y de la de todos los inquilinos del universo, deduzco).

Miércoles

TRUCO Y TRATO

El enigma de los próximos días va a ser cómo explica Rivera que los tres millones y medio de electores del PP emigrados a Ciudadanos le votaron para que el próximo presidente del Gobierno fuera el secretario general del PSOE. Nunca como hasta hoy había sido tan evidente la impronta teatral de la política, el valor intrínseco de la escenificación como factor estratégico: Sánchez y Rivera firmaban con la pomposa mímica de Lloyd George y Clemenceau en el salón de los espejos de Versalles un acuerdo de gobierno superfluo por estrictas razones aritméticas, pero que innegablemente permite a uno eludir al bolchevismo caribeño y al otro acometer su verdadero objetivo, engullir a un PP en trance de igualar las expectativas vitales de los refugiados sirios. La premisa de un baile de máscaras tan flagrante hace justicia al disparate: el vencedor de las elecciones es inaceptable como protagonista pero imprescindible como monosabio parlamentario que franquee el paso al nuevo Gobierno y ¡derogue su propia legislación!

Jueves

DAÑOS COLATERALES

Uno de los efectos anexos al pacto PSOE-Ciudadanos implica forzosamente a las mayorías municipales y autonómicas formadas tras las elecciones de mayo. El nuevo horizonte afecta por ejemplo a la Generalitat o a ayuntamientos como el de Alicante, cuya estabilidad depende de Podemos, sucedáneos de éste o Compromís. Aunque es proverbial la capacidad del político para contorsionarse como un estadista de látex sin aparentar esfuerzo, a Puig va a resultarle difícil justificar que lo óptimo en Madrid es improcedente en Valencia. Echávarri, el alcalde de Alicante, ha creído hallar una moraleja aprovechable refiriéndose a que muchos matrimonios por amor terminan en divorcio y me inquieta cómo habrá encajado la inminente ruptura sentimental esa concejala que fantasea con fusilar a los Borbones. Echávarri habría resultado más preciso si hubiese hablado de «interés» y no de «amor», que es al fin y al cabo la razón por la que habitualmente se casa la gente y se forman coaliciones.

Viernes

SEGUNDOS FUERA

El único motivo por el que llegaría a entender que Rajoy se reuniera con Rivera antes del debate de investidura sería si pretende encomendarle la tarea de convencer a Rita Barberá de que el «harakiri» es una práctica honorable a la vista de que evidentemente él no lo ha conseguido. Pero sospecho que el intercambio epistolar entre el presidente en funciones y el aspirante a liderar la derecha no es más que un intento de salvar sus respectivos papeles ante la Historia y poder acusarse recíprocamente de la convocatoria de nuevas elecciones cuando la candidatura de Sánchez se estrelle contra la coherencia de los números. Esto presagia un debate rudamente sanguinario en el que Sánchez tendrá oportunidad de lucir sus dotes barriobajeras, Iglesias de adueñarse de toda la banda izquierda por gentileza del pacto con Ciudadanos (el equipo de columnistas afecto al PSOE lleva dos días delirando con que Podemos no tiene motivos para votar en contra de Sánchez), Rivera de presentarse como el tataranieto «yuppie» de Bismarck y Rajoy de interpretar a un iracundo Zeus arrojando los rayos desde su Olimpo provisional. O no.

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