El Elche actual que conocemos tiene su origen en una serie de movimientos demográficos que comienzan a producirse desde principios de siglo XX, cuando, en nuestra ciudad, una floreciente industria alpargatera empieza a atraer a un buen número de obreros procedentes de diferentes partes del país. De esta manera comenzaba la transformación de una ciudad que a lo largo de los siglos anteriores había subsistido fundamentalmente a partir de una agricultura bastante deficitaria, debido, sobre todo, a la escasez endémica de agua y de pequeñas industrias artesanales. Así pues, el término municipal ilicitano pasaría de tener poco más de 27.000 habitantes a finales de siglo XIX a superar con creces los 230.000 en la actualidad.

Durante las décadas posteriores a la nefasta Guerra Civil, la ciudad comenzó a experimentar un fuerte crecimiento motivado por las numerosas familias que llegaban hasta nuestra ciudad buscando un futuro mejor. La delicada situación que vivió en aquellos años el país provocó el éxodo de miles de personas que en su mayor parte acabaron recalando en poblaciones del arco mediterráneo. A todo esto ayudó también una fuerte crisis de la agricultura tradicional que, junto con los Planes de Desarrollo aprobados en la época, que incentivaban determinados enclaves industriales estratégicos, motivaron este continuo flujo migratorio.

Hasta la ciudad de las palmeras llegaban casi de forma diaria familias atraídas por las noticias de oportunidades de trabajo que recorrían muchos de estos pueblos del interior, a menudo extendidas por familiares y amigos que ya habían recalado en nuestra localidad. Aunque llegaron prácticamente de casi todos los puntos cardinales del país, cabe destacar por encima de todas la importante presencia de andaluces que a la postre hizo que, junto con los manchegos, se convirtiera en una de las comunidades más relevantes de aquel Elche de mitad de siglo, contando probablemente con más de veinte mil andaluces en la ciudad que fueron instalándose principalmente en los nacientes barrios que nacían al calor de la expansión demográfica. Así, barrios como Carrús, El Toscar, San Antón o Altabix fueron el lugar de destino de muchos andaluces que siempre fueron bien acogidos por una ciudad, Elche, que ha sabido integrar una sensibilidad cultural tan rica y especial como la andaluza.

En la actualidad, según los datos que constan en el censo municipal, son 14.239 los andaluces de origen que viven en Elche. Evidentemente, a ello deberíamos añadir a quienes somos hijos e hijas de aquellos primeros andaluces que llegaron, incluso a sus nietos y nietas, ya que, sin duda, una de las características fundamentales del pueblo andaluz es su capacidad para mantener intacta su cultura y transmitirla de generación en generación a pesar de estar lejos de su propia tierra. Es por ello, que hoy, 28 de febrero de 2016, quiera a través de estas palabras, como alcalde Elche, reconocer la importancia que la comunidad andaluza tiene en nuestra ciudad y el relevante papel que ha jugado en estas últimas décadas para que Elche sea la gran ciudad que hoy es.

Por ello, en ese amplio crisol de culturas que representa el Elche más moderno destaca por la forma de ser de los andaluces. Forman parte por derecho propio del tejido social y cultural de la ciudad, sintiéndose parte importante de ella. Sin embargo, a pesar de la distancia y del tiempo transcurrido desde su partida de la tierra que los vio nacer, nunca se ha roto esa poderosa ligadura que los ata a sus costumbres y tradiciones, a su forma de entender la vida. Más bien al contrario, han sabido preservarlas y protegerlas de ese olvido casi inconsciente que de forma progresiva impone el paso del tiempo. Así, no sólo las han conservado vivas, sino que han conseguido darles un nuevo sentido acercándolas hasta todos nosotros y haciéndonos partícipes de ellas.

Desde 1987 lleva funcionando de forma oficial la Comunidad Andaluza en Elche, fecha en la que un grupo entusiasta de andaluces decidió crear la Casa de Andalucía. Año tras año participan intensamente en un gran número de actos celebrados en la ciudad. Algunos de ellos como la Romería del Rocío, las Cruces de Mayo o la Feria de Abril están plenamente consolidados en el calendario festivo de nuestra localidad y gozan de una extraordinaria popularidad. Y, en otros casos, los vemos siempre participar, en representación de todos los andaluces, en las más importantes celebraciones que tradicionalmente se llevan a cabo en la ciudad.

Quiero, en conclusión, desear un feliz Día de Andalucía a todos los andaluces que viven en nuestra ciudad, así como a todos quienes se sienten de tal manera por ser hijos o nietos de aquellos que llegaron en busca de una oportunidad de futuro, a aquellos que hicieron de nuestra tierra parte de la suya y, con ello, la han hecho más rica y más próspera al brindarnos su trabajo y compartir con nosotros sus tradiciones y sus costumbres, esa luz interior que alumbra al alma andaluza. Dicho de otra manera, en palabras de Blas Infante, considerado el padre de la patria andaluza, al afirmar que: «Andalucía es como son sus casas de apariencia humilde, con patios, jardines centrados por fuentes; sencillez por fuera; iluminación por dentro». Por esta razón, vuestra fiesta es hoy parte de nosotros y así lo sentimos. Gracias por permitirnos compartirla hoy con vosotros.