Se ha montado un buen lío con la actuación de una señora que se dice poetisa -tiene de poeta lo mismo que yo de mecánico de helicópteros- en un acto más o menos oficial en la Barcelona de Ada Colau.

El hermano del ministro del Interior, Alberto Fernández, se levantó airado y abandonó el evento de unos premios de no sé qué en la ciudad condal, celebrados con éxito hasta ese momento. Abandonó en protesta por lo que tenía por ofensa grave a su fe. La supuesta poetisa, estrujando al máximo su ingenio -entiendo- se descolgó con una supuesta poesía, un supuesto Padrenuestro feminista, que comenzaba diciendo: «Madre nuestra que estás en el cielo, santificado sea vuestro coño, la epidural y la comadrona». La gente se tragaba el bodrio con un respeto que no merecía, hasta que Fernández Díaz pegó la «espantá». Bien por el hermano del ministro. Si esto es poesía, yo soy el sucesor de Montoro en el Ministerio de Hacienda y el sucesor de Benzema como delantero en punta del Madrid. Yo, que no tengo ni puta idea de economía ni de jugar al fútbol.

No creo, después de cientos de artículos en INFORMACIÓN, que nadie me pueda tachar de beato, meapilas, defensor del clero, más papista que el Papa ni nada que se parezca. Esta señora -la supuesta poetisa- no ha herido mis sentimientos religiosos porque no los tengo. Me ha herido en mi sentido común porque solo veo en el esperpento un afán de notoriedad insistiendo en la gilipollez, con ausencia total de estética y de capacidad lírica. Meter a la comadrona y a la epidural en un padrenuestro es para nota. Llamemos la atención, hagámonos notar con la extravagancia ante la nula capacidad poética.

Señora Colau: le ruego que para los próximos juegos florales de Barcelona, de la que es usted alcaldesa - por muchos años-, me contrate a mí porque les voy a llevar una poesía que se van a ir de varilla por las pencas. Se lo juro y le doy un adelanto.

A principios de los ochenta, era un servidor jefe de servicios en Fontcalent. Un buen día, una presa que, cuando no estaba en la cárcel la estaban buscando por aquella manía de los estados de derecho de encarcelar siempre a los más débiles, a los más pobres, a los más desarrapados -salvo honrosas y escasas excepciones, que ya sabe usted que ha habido casos de encarcelamientos sonados que le han costado el puesto al juez. Hasta ahí llega el poder de la pasta-. Esta presa sucia y mal vestida pero más digna que muchos con camisa de cuello duro y corbata de Hermes y traje a medida, me para en un patio y me dice: «Señor Funcionario, mire usted que tiene letras, lo que le he escrito a mi novio, arréglemelo. A ver si se entusiasma y me empuja que ya sabe usted lo faltas que andamos en el talego».

Déjeme la poesía -le digo- pero mi corrección se limitará a la ortografía pues los sentimientos para con su novio son suyos solamente.

«Del árbol, sale la rama/ y de la rama la flor -sabido es que toda poesía debe abundar en flores y verde y tener un toque silvestre. Ya desde Virgilio por no decir desde antes- Y dime, Juanillo mío: ¿De cuantas posturas me has puesto tú?». Eso es una poesía y no el engendro de Dolors Miquel, alcaldesa. Tome nota para los próximos premios porque la voy a plagiar entera y van a alucinar y no habrá político ni cura ni obispo que tenga que abandonar la sala.

La Iglesia, como todas las estructuras de poder, ha cometido mil tropelías a lo largo de los siglos. La inmensa figura humana de Jesús de Nazaret ha sido mal utilizada, manipulada y empleada como justificación de auténticas barbaridades. Un hombre esencialmente bueno, con un mensaje de profunda fe en el ser humano, amigo de los más desfavorecidos, de los que no pintaban nada en ningún sitio. Jesús de Nazaret inventó a lo largo de su corta vida una única oración: el Padrenuestro. En ella llamaba padre a Dios, pedía el alimento de cada día y exhortaba a perdonar a quien nos ofende.

Yo admiro a Jesús de Nazaret pero no creo que resucitara ni que yo vaya a hacerlo después de que me den la pasada por el crematorio, con lo cual el invento religioso lo tengo fastidiado.

Su madre, una mujer judía de su tiempo, sería bondadosa y dulce, y entregada y generosa como todas las madres. Como la mía y como la tuya. No hace falta tampoco el invento de la virginidad ni de la concepción por obra y gracia de una paloma, que María, la madre de Jesús era mucho más humana que todo eso. Digna de un respeto igual, por lo menos, al que merecen la tal Dolors y la señora Colau. Un respeto instalado en la masa de la sangre, en nuestra cultura desde siglos.

Con Franco aún vivo yo, un chaval de 18 años, daba clases de materialismo histórico a unos cuantos comunistas de aquel pueblo en el que reinaba Mehincho. Uno dijo un día: Yo, en Dios, no creo, pero a mí, a la Virgen que no me la toquen.

Mientras tanto Podemos mantiene una política errática y se pone de parte de la derecha. ¡Señor! ¡Padre nuestro! ¡Lo que nos quedará por ver!