Voy al cine a ver una película que me interesa especialmente, y tengo una reconocida ilusión que como en otras situaciones, a veces se cumple, y en otras da paso a una melancólica decepción una vez transcurridos los primeros minutos, aunque siempre y para todo lo que me atrae prefiero tener deseos y expectativas, a riesgo de decepciones, y disfrutar de los momentos previos, o lo que es lo mismo, de la travesía y del paisaje, buscando en los tiempos anteriores el deleite anticipado de lo que pueda venir después.

Joel y Ethan Coen son unos cineastas estadounidenses que como buenos hermanos colaboran en el guión, producción y distribución de sus películas y que están dotados de un singular talento y de un estilo expresivo, potente y original que ha merecido importantes premios cinematográficos y el reconocimiento del público y de la crítica.

Y acaban de estrenar Ave César que es una comedia que intenta ser un elogio y al mismo tiempo una sátira o crítica del Hollywood de los años cincuenta con la historia de unos grandes estudios cinematográficos que pretenden la grabación de una superproducción de romanos protagonizada por una gran estrella que es secuestrada durante el rodaje.

Pero la película no llega a captar mi interés ni mi atención salvo en contadas ocasiones como la del circense actor de películas del oeste, no especialmente inteligente, reconvertido en airoso y sutil galán seductor, o en algunas divertidas secuencias de los grandes actores del reparto, y así transcurre el metraje y sigue mi aburrimiento hasta que finaliza el filme.

Y al salir de la sala coincidimos con unos buenos amigos con los que compartimos la pequeña decepción por la película, y después paseo con mi marido en la fría tarde noche alicantina comentando lo apropiado que resulta la diversidad en los gustos y opiniones y recordando las buenas críticas del filme que habíamos leído y otras cintas de los Coen que llegaron a emocionarme como Fargo, o No es país para viejos o Muerte entre las flores, hasta que encontramos a otros amigos que nos proponen tomar algo juntos, y de camino al restaurante me dice ella que vienen de ver una gran película titulada Ave César, de los hermanos Coen, y que le ha parecido inteligente, ingeniosa, y distraída y que, sabes, Marisa, pienso que estaría muy bien que fuerais a verla, y que en tu próximo artículo hablaras de ella.