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Desde mi terraza

Luis De Castro

Nos vemos en junio

Miércoles, 24 de febrero, 12 de la mañana. Es el momento en que abordo mi columna semanal, es el momento en que Pedro Sánchez y Albert Rivera, líderes respectivos del PSOE y Ciudadanos, acaban de firmar el pacto de gobierno con el que iniciar el proceso de investidura del primero como presidente del Gobierno. Hasta aquí un farragoso proceso para llegar donde estamos; a partir de ahora otro proceso que presumo todavía más farragoso en el que la lucha de fuerzas va a ser titánica, y en la que la mayoría de los combatientes son poco proclives a respaldar el acuerdo. Lo que supondrá, si un milagro no lo remedia, que habrá nuevas elecciones el 26 de junio, justo cuando los alicantinos empezarán a despertar de la resaca de la Nit de Sant Joan,imagínense el cuerpo que tendrán mis paisanos durante el final de la nueva campaña electoral tras varios días de vino y rosas. Al final hemos llegado, más que probablemente, a donde nadie quería llegar: nuevas elecciones provocadas por la falta de voluntad y la falta de generosidad de algunas de las fuerzas litigantes. En términos generales me aventuro a pensar que la opción que ahora contemplamos es la que puede satisfacer a la mayoría de la población española, poco amiga y muy temerosa de aventuras que puedan presentarse como peligrosas o con futuro poco claro. Un pacto entre un partido de izquierda moderada y otro de derecha también moderada, debería, sobre el papel, tranquilizar a la mayoría; pero es más que probable que la intransigencia de los más a la izquierda y los más a la derecha no estén de acuerdo con esa tranquilidad, planteándose no una abstención que haga posible el pacto, sino una rotunda negativa. Así que aunque estemos cansados no quedará otra que mantener la célebre paciencia y estar atentos a los acontecimientos. Por eso prefiero dirigir mi artículo al terreno local, con un ayuntamiento de Alicante en su momento más convulso desde que arrancara la actual legislatura bajo la dirección de tres partidos; el tripartito empieza a tirarse los trastos a la cabeza en una actitud preocupante. Nadie dijo que fuera fácil, muy al contrario muchos pensábamos que esa dificultad contribuiría a que las decisiones que se tomaran, tras discutirlas hasta llegar a un consenso, siempre sería más beneficiosa para la ciudad que el gobernar por decreto. Pero lo cierto es que una parte del tripartito, en concreto Guanyar (que como sabe el lector engloba entre otros a Podemos e Izquierda Unida) no hace más que poner palos en las ruedas; sus éxitos se van convirtiendo en fracasos. A saber. La llamada «guerra de los veladores» que incluye el cierre de los locales y terrazas a la 1 de la madrugada, (además de la reducción drástica de mesas) nos parece a muchos algo ridículo en una ciudad que se autodefine como turística, por mucho que el señor Pavón argumene como motivo el derecho de los vecinos al descanso, que obviamente lo tienen, pasa del cero al infinito, cuando entre ambos puntos no parece difícil encontrar el equilibrio. La batalla sobre la apertura del comercio en días festivos, enclavados en el citado concepto de ciudad turística, no admite como solución una rotunda negativa por parte del sr. Pavón, argumentando perjuicios al pequeño comercio y a los empleados. De nuevo la búsqueda del equilibrio en vez de la rotunda negativa parecería lo más lógico. Por último, la resistencia del vicealcalde a mantener en su puesto a la concejala Marisol Moreno, que no hace sino meter la pata continuamente con sus insensatas declaraciones impropias de alguien que ejerce un cargo público, resulta cuando menos poco comprensible. La ortodoxia ideológica del concejal y vicealcalde de Izquierda Unida precisa de un reciclaje .

Permítanme, para acabar, que hable un poco de la nueva temporada teatral del Principal. Vaya por delante mi satisfacción por varios de los espectáculos que he disfrutado en un mes, espectáculos no fáciles y que requieren la atención y colaboración intelectual del público; público que no ha respondido suficientemente a la calidad de lo visto, probablemente por falta de la información necesaria ante lo que no es muy popular o no tiene el gancho de actores muy conocidos. Es ahí donde el director, Paco Sanguino, debe volcar su imaginación y su trabajo, probablemente en estos momentos en situación de tanteo y de aterrizaje, El público alicantino se ha acostumbrado a un teatro conservador y le cuesta adentrarse en lo que no le resulta familiar. Ese es tu reto, amigo Paco.

En fin, amigos lectores, ojalá que no nos reúnan las urnas el 26 de junio.

La Perla. «Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el miedo... el miedo al cambio».

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