Cuando uno oye a Rajoy criticar un posible pacto de gobierno de las fuerzas de izquierda con el argumento de que ese pacto no sería bueno ni para generar empleo ni para los mercados, se tiene la sensación de que este hombre es un hombre sencillo, por no decir simple, que no ve más allá de sus narices y que está tan condicionado por los valores económicos que no contempla otra cosa fuera de ellos. Desde luego, carece de estatura de líder político. Rajoy debería saber que una sociedad que está abducida por solo los valores económicos es una sociedad abocada a la quiebra social, a la desigualdad y a la banalidad. Todavía la cosa tendría un pase si la economía se utilizara para generar empleo, financiar inversiones, aumentar las exportaciones e importaciones, producir cosas que posibiliten el bienestar material y cultural de la población. Pero no; el modelo de lo económico está representado por los mercados bursátiles y especulativos. Se compran cosas virtuales que no son realmente trasferidas. Los créditos se solicitan para financiar deudas. Los valores se adquieren para capitalizar las diferencias de curso entre las diversas bolsas mundiales, para especular al alza o a la baja. La mayoría de estas actividades no son productivas, no producen nada que pueda ser necesario o útil a los ciudadanos. Los mayores crecimientos económicos tienen lugar en el mercado financiero y en el negocio inmobiliario. La riqueza económica que se produce es virtual o imaginaria que nada tiene que ver con las riquezas que se produce en las sociedades industriales.

Este modelo económico sirve de inspiración para el modelo social que la derecha quiere imponer y convertirnos en una sociedad del riesgo (así titula su obra el sociólogo alemán Ulrich Beck) y como el que padece el capital especulativo (¿nos suena la prima de riesgo?); además, ese riesgo y sobre todo sus causas, son invisibles. De ahí que los riesgos engendren miedos e inmovilismo social, cosa que ya advirtió en cierto modo Aristóteles en su Ética. Hay que evitar las acciones sociales tóxicas (con la ley mordaza) así como los contenidos monetarios tóxicos (por ejemplo, los del banco Lehman Brothers o los de Bankia). Se ha de huir del riesgo y buscar la seguridad, que nada cambie, que nada pueda poner en peligro la rentabilidad de las inversiones. Por eso los términos más usados en este capitalismo especulativo son confianza, percepción, interés o miedo. Un lenguaje psicologista que implica no el gobierno de las cosas sino el control de sus posibilidades, a la manera de lo que es imaginario y virtual; si queremos que la sociedad se parezca a este modelo entonces le aplicaremos los mensajes de la macroeconomía, las grandes cifras y las estrategias estadísticas que enmascaran lo desigual, lo pequeño, la pobreza a la que se ha llevado a parte de la población.

Resulta preocupante que una de las máximas que se han enarbolado sea: las deudas se pagan, cambiando hasta la Constitución para refrendarla. Lo monetario especulativo es el máximo referente político, social y económico, el único modelo. Así tenemos la crisis social que tenemos, la crisis moral que tenemos, la crisis de valores que tenemos y, encima, la crisis económica que tenemos.

Por eso, que la derecha siga insistiendo en ese mismo modelo como el único posible, indica su cortedad de miras y su ideología recalcitrante.