Hace 35 años -un 23 de febrero de 1981- estaba pasando la tarde con mi madre en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) de Altea, esos centros que generaban tanta actividad en los pueblos y que ya no existen tras el impresentable saqueo de la caja de todos los alicantinos. Algún día habrá que juzgar no sólo las responsabilidades de los que manejaron las cuentas de la entidad -un proceso ya en marcha- sino también el daño moral a toda una sociedad que perdió una institución clave en su entramado financiero pero también cultural. Pero esa es otra historia.

A lo que iba. Recuerdo que cerca de las seis y media de la tarde, mi padre subió al aula de cultura -entonces era el director de la sucursal- y nos pidió a todos que nos fuéramos a casa. Un grupo de Guardias Civiles al mando del teniente coronel Antonio Tejero había asaltado el Congreso. Y en la III Región Militar -el epicentro de la sublevación y en la que estaba integrada la provincia de Alicante- se había decretado Estado de Guerra por parte del general Jaime Milans del Bosch. Yo apenas tenía seis años. El domingo pasado en «Versión Española» emitieron la película «23-F», que incluye imágenes y diálogos reales de una jornada en la que pudo haber cambiado todo. Mi hijo, de once años, se interesó por la proyección.

Las conversaciones, seguramente muchísimo peores en el momento en el que se produjeron, son chuscas y zafias. Impresentables. Visto con la distancia del tiempo, es necesario reflexionar sobre lo que pudo haber ocurrido con un único objetivo: que nunca más pase. Pero, sobre todo, como una lección para mejorar. Para entender que la pluralidad y la diversidad son claves en la vida para que todo el mundo encaje y se sienta cómodo. Le dije a mi hijo que lo tuviera en cuenta siempre. La gran virtud que tiene España es su diferencia. O eso se entiende como elemento de riqueza; o no vamos a ningún sitio. No hay otro camino. Aquel grupo de militares «chusqueros» no lo entendía. Y ahora hay mucha gente que tampoco lo sabe entender. O no quiere... ¿Y dónde estabas tú?