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Antonio Sempere

Oficiorama

Francine Gálvez es una mujer lista, muy lista. Y una profesional sorprendente. Lo que se dice una emprendedora nata. Ya me chocó, en su día, verla como directora de una revista especializada en medios de comunicación de bandera, una revista que nunca debió morir. Pero la sorpresa más reciente me la llevé una de esas madrugadas tontas de la pasada Navidad, cuando me topé con un formato alucinante, denominado Oficiorama, del que ignoraba completamente su procedencia. Por lo que me quedé hasta el final del mismo, con la curiosidad de saber quién habría detrás. Y resulta que la directora era la mismísima Francine. En aquella ocasión las dos entregas se emitieron sin anunciar. Se trataba de un estreno «técnico». Ahora acaba de producirse el oficial, los sábados por la tarde. Y de verdad que merece la pena verse.

Es un tipo de televisión realizada con todos los medios de postproducción a los que los técnicos han sido capaces de llegar a estas alturas de siglo. Pero lo mejor es que no todo se queda en la forma, en la superficie. Lo mejor es que a lo largo del programa se nos va relatando, de una manera muy didáctica, todo un catálogo de profesiones de un futuro cada vez más inminente. De una serie de actividades que han dejado de ser ciencia ficción para convertirse en realidades cercanas.

Es muy probable que el programa pase desapercibido. Como tantos otros relevantes. La gente está acostumbrada a mirar otras cosas. Pero Francine y su equipo se han apuntado aquí un tanto al contarnos con claridad y precisión un trocito del mundo que nos espera. Realizando televisión moderna y eficaz, en las antípodas de esa otra con look cutre tan frecuente de ver entre las productoras de low cost que tratan de colar sus trabajos a las cadenas.

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