Ha sido mucho el ruido que hemos oído en los últimos días en torno a la intención de la Generalitat Valenciana de articular instrumentos para que haya una coordinación real, efectiva y eficiente de la política turística de la Comunitat, las diputaciones y sus municipios. Efectivamente, Ximo Puig, president de la Generalitat y responsable directo en el Consell de las políticas turísticas, quiere acabar con la duplicidad y dispersión de actuaciones en esta materia, tanto dentro de la Comunitat, como en el resto de España, o en el ámbito internacional. También está decidido a acabar con el sectarismo partidista que se practicaba desde el Consell y las diputaciones a la hora de dar ayudas o reconocimientos en materia turística.

Ximo Puig y su secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, están decididos a que el turismo no sólo sea una fuente de ingresos que mejora por inercia, o mejor dicho, por el empeño de los empresarios y la dedicación de los trabajadores. Algo ha de hacer la administración. Y no me refiero a lo dicho del reparto sectario de ayudas o títulos para todos. La Generalitat debe ser útil, también para que la Comunitat lidere aún más los ratios de calidad, ocupación, generación de riqueza y empleo en turismo.

Y es que hay un nuevo Consell, porque así lo decidieron los ciudadanos en mayo del año pasado. Ahora se intenta que la Generalitat sea un instrumento útil para las personas y los agentes económicos y sociales. Ahora hay honradez, diálogo y eficiencia en el desempeño de las responsabilidades políticas e institucionales, y sobre todo, en la gestión de los recursos públicos. Se han incorporado peticiones y mejoras en el decreto. El que se dé una ampliación del plazo para su aprobación permitirá aunar más voluntades de las que hay y ya se han confirmado. Eso es bueno, pero sabiendo que se ha de hacer, pues hay quien critica las formas, para amparar su voluntad de parar el fondo, es decir, que haya estrategia común.

Se quiere que haya estrategia común de todas las administraciones y del sector. Unir esfuerzos técnicos, humanos, y presupuestarios. Quien alude a ilegalidad, sabe que se equivoca. Y quien alude sólo a leyes de 1983, miente o ignora que los gobiernos del PP, tanto el autonómico en 2010, con el artículo 52 de la Ley de Régimen Local de la Comunitat Valenciana, como el de Rajoy en 2013 y 2015, con el artículo 36 de la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local, dan potestad a la Generalitat para hacer este decreto. De igual forma, el artículo 66 del Estatuto de Autonomía de la Comunitat Valenciana, votado en Les Corts y en las Cortes Generales, junto con las leyes mencionadas, dejan claro la subordinación de las diputaciones a los gobiernos autonómicos. Por tanto, no hablamos del artículo 2 f) de la Ley de 1983, sino de las recientes, incluido el Estatut, que mantiene el carácter de interés general para la Comunitat las competencias de turismo de esa ley de 1983. ¿O es que el turismo no es de interés general para la Comunitat?

A quien escribe como crítica que es un «decreto destinado a que sea el Gobierno Autonómico y no el Gobierno Provincial el que decida las políticas turísticas que deben llevarse a cabo en la provincia de Alicante». ¿La provincia de Alicante está en la Comunitat Valenciana? ¿Se equipara al Consell, con un presunto Gobierno Provincial? Es que esa crítica define claramente qué está pasando con este decreto y la posición de la Diputación, como en otras materias. Se intenta equiparar al Consell, con la Junta de Gobierno de la Diputación, restando capacidad política e institucional al Consell y la Generalitat, que sí, efectivamente, puede y debe realizar política turística en y sobre destinos de la Comunitat. Y es que las funciones de las diputaciones, según las leyes aprobadas por el PP, es asistir a los ayuntamientos en sus competencias, especialmente en unas concretas, entre las que no está turismo. Y para planes o acciones provinciales, la ley es muy clara, debe coordinarse con la Generalitat, y si no lo hace, está atribuyéndose fines, funciones, y competencias que no son suyas. Se habla de 141 municipios para darle fuerza a la representatividad de la Junta de Gobierno de la Diputación, pero lo cierto es que de esos 141, 45 tienen un alcalde del PP, y 56 tienen un alcalde del PSOE. Ni se les consulta, ni se les pide que se les ayude a su competencia en turismo, ni cómo ayudarles.

Hay quien grita por la proporción en las ayudas y sobre el peso de la provincia, pero al mismo tiempo, se olvidan de que, por ese mismo criterio, quien más contribuye a ese peso, más debería recibir, es decir, Benidorm. ¿Va a recibir Benidorm la proporción de todo lo que se reciba o destine en la provincia de Alicante según su peso turístico? Por cierto, el PPCV nunca ha dado ese peso a Benidorm, incluso le da ayudas irrisorias desde la Diputación.

Quien habla de Lerma en tono despectivo por una hipotética marginación de la provincia, retroalimenta el mensaje victimista carente de toda realidad, pues con Joan Lerma se creó una red industrial, tecnológica, de servicios, también turísticos, que nos hizo crecer al resto de la provincia como destino turístico, más allá de Benidorm. Es como quien critica a Zapatero, pero no quiere reconocer que el aeropuerto que nos hace líderes y más que nos hará se hizo en plena crisis por el PSOE, al igual que el AVE, por lo menos el 95 %, incluido el tramo hasta Albacete ya inaugurado en 2011. Que ya no hay cortes de luz por las inversiones de Red Eléctrica anteriores a diciembre de 2011, porque después no ha habido. Que pese a los recortes por el memorándum del Tajo-Segura y la peor sequía de la que se tenga constancia, no habrá nunca cortes de agua por las desalinizadoras.

Marginación había con las peleas internas del PPCV, pues si era amigacho el alcalde o no, tenían más folletos o alguna pequeña ayuda. Eso y grandes eventos, o mejor dicho, pozos de corrupción y nada para la provincia. Hoy no hay ni despilfarro, ni corrupción. Ni improvisación, ni uso sectario y partidista de fondos públicos. Hoy se quiere dotar al turismo de estrategia, objetivos, metodología y acciones conjuntas. Con todas las marcas, pero todas coordinadas. Podemos ser los primeros, ¿por qué conformarse con ser los terceros o cuartos?