Se ha abierto recientemente una gran preocupación en los medios católicos por el debate sobre las clases de religión. El motivo es que algunos partidos políticos han resuelto reducir progresivamente la financiación de la enseñanza de la religión en las escuelas.

El cardenal Fernando Sebastián ha comentado que «vienen tiempos duros, una época difícil». El arzobispado emérito de Pamplona ha añadido que «estamos perdiendo la fe de nuestro pueblo, se está desangrando la Iglesia en España. Nos ha llegado la hora de dar la talla porque en las dificultades es donde crecemos los cristianos».

A juicio del cardenal Sebastián, «no podemos renunciar a la clase de religión. No es un regalo; es un derecho y hay que hacer que los padres tomen conciencia de que tienen que defender sus derechos civiles».

Además, hay que tener en cuenta que la clase de religión no es una historia de las religiones, o sea, un tema puramente académico, sino que es la exposición del Mensaje de Jesucristo y de la doctrina de la Iglesia, o sea, es enseñanza religiosa, que forma parte de la formación de los alumnos cristianos, deseada y pedida por sus padres católicos.

Por esta razón, los obispos insisten en que «tenemos que ser responsables y volcarnos con alma, vida y corazón, y tener imaginación y dinamismo». Los padres católicos deben reunirse y concretar los remedios que hay que poner para que las clases de religión se sigan dando, con la mayor perfección posible, porque la educación cristiana de los jóvenes depende, en gran parte, de esta formación escolar.