«Es tarde,

pero es nuestra hora.

Es tarde.

Pero es todo el tiempo que tenemos a mano

para hacer el futuro».

(Pedro Casaldáliga)

Uno de los retos a los que deben de enfrentarse las políticas de muchas de las nuevas Corporaciones surgidas de las últimas elecciones municipales es la del encaje territorial de sus municipios. Una realidad espacial que exige formas de gestión que se han definido como de Gobernanza Territorial supramunicipal dirigidas hacia la creación de un nuevo marco político que abarque el complejo juego de agentes e intereses públicos y privados que interactúan en territorios multifuncionales y policéntricos. Es desde la Gobernanza como los territorios comunes se articulan hacia objetivos de cooperación y competitividad, cohesión social, políticas ambientales y de movilidad, urbanismo y ordenación del territorio, cultura y educación, entre los más relevantes.

El ámbito territorial y de vida en común establecido en torno a la constelación de ciudades, entre las que destacan por su tamaño Elche y Alicante, constituye un caso paradigmático de Área Funcional que exige un enfoque conjunto de Gobernanza Territorial. Se trata de un espacio físicamente acotado, pero históricamente poco o mal articulado, en el que, además, se han desarrollado identidades culturales que, en algún caso, pueden dificultar un clima de entendimiento entre los ciudadanos de este territorio.

Sin embargo, en el conjunto urbano Alicante-Elche también confluyen una serie de valores excepcionales: desde un tamaño de población que arrebataría a Zaragoza el quinto puesto en el ranking de ciudades españolas por población, su potencial económico y diversificado, alta accesibilidad con Europa y con el norte de África, ser sede de una Agencia Europa, tener localizado en su territorio cuatro universidades, acumular dos Patrimonios de la Humanidad? Sorprendentemente, las sinergias potenciales de este enorme capital conjunto, económico, social y cultural, se ha venido dilapidando por incapacidad, ineficacia, desinterés, u otras razones que deberían de avergonzar a los responsables de las decisiones que impidieron la emergencia de un escenario más integrado para las dos ciudades y los territorios ligados a ellas.

Compartimos los aspectos esenciales del análisis que sobre esta cuestión expone el Alcalde de Elche en un reciente artículo («Elche y Alicante: Cooperar y Competir». Información. 15 de Enero 2016). Pero también es cierto que la situación que acabamos de describir se debería de encuadrar en un marco más amplio que podíamos denominar como una «cascada de agravios». La Comunidad Valencia ha denunciado con razón un agravio en su financiación que hace que perciba 200 ? menos per cápita que la media de las otras comunidades; también ha existido otra denuncia respecto de la discriminación de inversiones en Alicante con relación a Valencia por parte de la Generalitat, y por supuesto el agravio histórico entre las inversiones en la ciudad de Elche con relación a las de Alicante. El Conseller Manuel Alcaraz decía recientemente, con la agudeza que le caracteriza, que «los alicantinos nos sentimos inquilinos en la Comunidad Valenciana», y entendemos que por «alicantino» se refería, no sólo a los ciudadanos de la capital de la provincia, sino a todos los que vivimos en el sur de la Comunidad.

Sin embargo, en los últimos meses está apareciendo en la escena ciudadana aires nuevos de diálogo y entendimiento. Desde hace algún tiempo, se ha estado iniciando un acercamiento entre las ciudades a partir de un proyecto gestado en Elche con la participación de la Universidad de Alicante en torno al urbanismo; un tema, por cierto, en el que Elche puede decir muchas más cosas que Alicante. A partir de ese encuentro se ha iniciado un proceso en el que se están implicando sectores de la sociedad civil de las dos ciudades. Recordemos también el acto que reunió en Alicante a los concejales de Urbanismo de Alicante y Elche con el Director General de Urbanismo de la Generalitat, convocado por la PIC de Alicante con el apoyo de colectivos ciudadanos de Elche.

Queremos cerrar este manifiesto con unos puntos donde se muestra, a modo de síntesis, la posición conjunta de los firmantes de este escrito:

1. Es necesario «romper la cadena de agravios» citada y sustituirla por elestablecimiento de una nueva política territorial de confianza y cooperación entre los territorios del centro y el sur de la Comunidad. No se trata de crear un «contrapoder» al centralismo valenciano, como erróneamente se afirma desde alguna institución provincial, sino de contribuir a implantar un nuevo modelo más equilibrado para el territorio de la Comunidad.

2. En el pasado del territorio Alicante-Elche se han sucedido diferentes estudios planes y proyectos promovidos desde instituciones y entidades públicas o privadas, pero han surgido aisladas de la sociedad civil. Aunque no puede atribuirse el fracaso de aquellas propuestas exclusivamente a su desvinculación con los ciudadanos, estamos convencidos deque el éxito de cualquier programa, proyecto o política que pretenda avanzar en un mayor entendimiento entre ambas ciudades deberá estar cimentado en la participación de los ciudadanos del territorio común. En este sentido, consideramos que el camino para un mayor entendimiento debería de iniciarse proponiendo acciones e iniciativas puntuales que no requieran costes elevados ni plazos largos y que tengan amplia repercusión social. Por eso nos parece una muy buena noticia que los concejales de Cultura de Elche y Alicante se estén reuniendo para propiciar proyectos culturales conjuntos.

3. Elche y Alicante no son dos ciudades «complementarias» como se ha venido calificándolas: Elche industrial y Alicante turística. Es una visión que no compartimos. Asignar funciones especificas y diferentes a ambas limita sus posibilidades, porque la ciudad, cualquier ciudad, es una realidad viva y dinámica que debe de aprovechar sus oportunidades. Alicante y Elche, Elche y Alicante, pueden, y deben, caminar juntas, cooperando, o compitiendo lealmente, hacia un horizonte de progreso común.

Este escrito ha sido elaborado y consensuado entre dos colectivos ciudadanos de Elche y Alicante, y expresa el nuevo clima de diálogo y comunicación que, desde la sociedad civil, surge en nuestras dos ciudades, abierto a nuevas ideas, aportaciones e iniciativas de todos los ciudadanos del tejido territorial urbano de las dos comarcas.