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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

A lo mejor

De las negociaciones de los partidos políticos solo conocemos la tienda. Ignoramos si hay trastienda. Cuando yo era joven, en la parte de atrás de las librerías te vendían los títulos prohibidos. La trastienda hacía las veces también, en muchos sitios, de vivienda particular de la familia que regentaba el negocio. Solía dar a un patio oscuro, en el que incluso a mediodía tenías la impresión de media tarde. Eran lugares tristes, pero recorrías unos pasos, te colocabas detrás del mostrador y parecías un general. A ver, un tendero, entonces, era una jerarquía. Al salir del colegio, yo iba a estudiar (es un decir) a la trastienda de un compañero de clase cuyo padre regentaba una droguería. Me gustaba ir allí por los olores. Creo que éramos niños drogadictos sin saberlo. Cuando pasaba dos días sin acudir a la trastienda de la droguería, tenía mono. O sea, que no paraba de subir y bajar las escaleras. Si entonces hubiera existido el diagnóstico de déficit de atención, me lo habrían encasquetado. Ahora bien, era pasar dos horas en la droguería y quedarme suave como un guante. Vaya usted a saber lo que vendían allí.

Vaya usted a saber lo que los políticos negocian en la trastienda. Si no la hubiera, no veríamos a Pedro Sánchez tan tranquilo. Transmite la impresión de que está todo arreglado cuando a nosotros no nos salen las cuentas ni haciendo trampas. Los analistas, que no se atreven a pronosticar, dicen que habrá acuerdo y que no habrá acuerdo casi de forma simultánea. Los análisis se repiten por tierra, mar y aire con la monotonía de la lluvia golpeando contra los cristales mientras nuestro mono de trastienda crece de forma exponencial. Cuando llueve en la calle, debería llover también en la tele. No mucho, para no emborronar las imágenes, pero haría bonito ver cuatro o cinco gotas deslizándose por la parte interior de la pantalla. A la tristeza le viene bien la lluvia.

Lo que no sabemos es si nuestra tristeza es post o preelectoral. Si postcoito o precoito. Por eso estaría bien que nos dejaran ver y oler un poco de lo que sucede en la trastienda de las negociaciones, donde a lo mejor Pablo Iglesias y Pedro Sánchez juegan a las cartas y se fuman un puro.

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