El presidente del tripartito que ¿gobierna? la Generalitat Valenciana, el socialista Ximo Puig, firmará hoy, viernes, salvo inesperado ataque de cordura, un decreto destinado a que sea el Gobierno Autonómico y no el Provincial el que decida las políticas turísticas que deben llevarse a cabo en la provincia de Alicante. Y que, de paso, le abre la puerta para utilizar el presupuesto destinado al Turismo por la Dipu directamente.

Ximo Puig, en materia turística, tiene mucho que callar y nada de qué presumir. Por hacer memoria, fue él y no otro quien el 10 de mayo de 2015, y ya metido en la vorágine de la campaña para las Elecciones Autonómicas, prometió a los empresarios del sector turístico de Benidorm la creación de una Conselleria de Turismo con sede en esa ciudad. Y más concretamente en la sede de Invat.tur.

Estamos en febrero de 2016 y no hay Conselleria de Turismo, por lo que huelga que decir que, como no existe, tampoco está en Benidorm.

Pero lo que sí quiere el president es arrebatar las competencias de Turismo a la Diputación. Todo ello, vestido con un consejo de Coordinación ¿hace falta? que cuenta con un solo representante institucional alicantino que es, a mayor abundancia, el presidente del Gobierno Provincial y en el que al parecer a última hora y más por el clamor popular que por la intención del Ejecutivo Autonómico, van a entrar representantes del sector.

Con ello, Ximo Puig, que ya era jefe de Gabinete del presidente del Consell de entonces, Lerma, cuando servidor andaba en pañales, logra lo que ningún gobernante de esta autonomía en su sano juicio hubiera deseado: consumar la desvertebración de la Comunitat Valenciana y montar un cisco monumental por cuanto la política de promoción de los pequeños municipios depende también del área de Turismo de la propia Diputación que, mucho me temo, van a perder esa ventana al exterior con el decreto de marras autonómico.

Pero como faltaba la guinda, ya se encargó de ponerla el secretario autonómico de Turismo Francesc Colomer, cuyo mayor logro a los ojos del hoy president en materia turística fue poner en marcha una alianza entre los municipios castellonenses de Morella -donde era alcalde Puig- y Benicássim, en uno de los tres periodos en que Colomer fue primer edil.

Colomer, en lo que encierra toda una línea de pensamiento, habló del centro de la Comunitat y la periferia. Para que nos entendamos: según el secretario autonómico, Valencia es el centro y Castellón y Alicante son la periferia.

Como Amador en la exitosa serie televisiva La que se avecina, Puig ha buscado una argucia para sustentar esta decisión. Y ha echado mano de una ley ¡de 1983! para justificar lo injustificable. Porque injustificable en todo término es intervenir una Diputación absolutamente saneada, inmiscuirse «porque yo lo valgo» en el Gobierno Provincial y tocar lo que funciona.

Pero es que Puig y el Consell han entrado en una especie de bucle en el que confunden absolutamente cuándo deben actuar y cuándo no. Los anuncios más sonados -que no eficientes- del Consell desde las elecciones tienen como escenario común la falta de diálogo. Eso, que tanto han reprochado al PP. Y tienen por objeto más el que se visualice el «aquí mando yo» que desarrollar un gobierno coherente, responsable y beneficioso para el conjunto de los ciudadanos de esta Comunitat.

No quieren saber nada de Dependencia, como demuestra el hecho de que han trasladado a los ayuntamientos la responsabilidad en esta materia. No hablan de Educación, porque una cosa es escarbar en el pasado y otra tomar decisiones, y han hecho de la Sanidad una oficina de colocación en la que el carnet político prima sobre los méritos y capacidad profesionales.

Esto, por no hablar de la suspensión de licencias en la costa, que tiene al sector (empresarios de todos los ámbitos relacionados con la construcción y trabajadores) algo más que cabreados, la tasa turística o el no menos alucinante proyecto de ofrecer beneficios fiscales a los comercios que rotulen en catalán. No se prima la creación de empleo, la productividad o la innovación, sino la lengua en que van los rótulos.

Eso sí. Ximo y quienes le acompañan en este viaje a ninguna parte no abren la boca cuando otra Comunidad quiere cerrar el trasvase Tajo-Segura Y andan poniendo como modelo de lo que puede ser el gobierno del que no ganó las Elecciones Generales (Pedro Sánchez) lo que han hecho aquí, aunque como hacer, no hayan hecho nada. Más bien deshacer.

Esto, no es gobernar. Será otra cosa. Pero gobernar, desde luego, no es.

Puig no entiende Alicante y yo creo que incluso le molesta la existencia de una Provincia que fue decisiva en la caída de su mentor y no sé si aún amigo, Joan Lerma y del que para hacer memoria baste recordar aquel pasaje de que la Comunitat iba de Vinaroz a Guardamar.

Alicante es una provincia que, a diferencia de Valencia, no se vertebra en torno a una gran capital, sino que cada una de las comarcas que la componen tiene un potencial enorme. Alguna zona donde predomina el valenciano y otras donde se habla castellano. Y siendo así, no es nada de esto lo principal, sino la tolerancia del alicantino, que no tiene fin siempre que no le toquen lo suyo y no quieran arrebatarle lo que cree que le corresponde.

Y, contra eso, tal como le sucedió a Lerma, no hay didáctica ni argumentos. Una vez más, Ximo Puig se equivoca, como se equivocó Lerma hace veinte años con su proyecto centralizador valenciano, que jamás aceptó la Provincia de Alicante y que en buena medida le costó a él la presidencia. Y como Puig no es capaz de entenderlo, no va a ser capaz de mantener la vertebración. Más bien al contrario. Se ve que 30 años en política no le han servido de mucho para aprender. Es lo que ocurre cuando uno vive más preocupado de mantenerse él que del interés general.

De modo, señor Puig, que olvide usted el decreto y siéntese a negociar como le ha pedido hace meses el presidente de la Diputación de Alicante. Haga usted consultorios con la Diputación en los 141 municipios de la Provincia y ofrezca sus estructuras para la mejor promoción de Alicante. Dé. No tome. Porque para ser buen gobernante en los tiempos que corren hace falta mucha generosidad y nada de egoísmo. Y, sobre todo, defienda lo que esta tierra necesita y póngalo por delante de sus propias necesidades políticas para seguir en la poltrona. Por lo que veo, usted no lo entenderá. Pero ya verá como los alicantinos sí lo entienden. Por el camino que ahora lleva y haciendo uso de su eslogan electoral, es seguro que lo va a acabar de arreglar.