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El fin de la época dorada

En efecto, la controvertida reforma de las calles del centro que acabó con un baño de mármol y adoquines, fue un duro golpe para el comercio, que ya estaba en crisis. Hubo un tiempo en que el mercado (el único, el de Alcoy), era la «plaça», donde toda la población se abastecía, y a su alrededor florecían las tiendas en Ramón y Cajal, San Francisco, San Nicolás, San Lorenzo... donde venían compradores de allende fronteras. Más tarde se abrió el mercado de San Roque y luego el de la Zona Norte, que supuso una estocada profunda para la actividad en el centro: San Mateo perdió preponderancia y los comercios, también. «El globo» desapareció, por citar un clásico, mientras aparecían tiendas por toda la ciudad, especialmente en la Alameda. También abrieron establecimientos en otras poblaciones y luego centros comerciales, que derivaron clientes tradicionales a otros lares y, para colmo de males, el casco antiguo empezó a hundirse y despoblarse, sin que los sucesivos planes hayan revertido la situación. Con este panorama, lo raro es que aún quede alguna tienda abierta en el centro y más con los alquileres a precios de Manhattan.

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