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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

En papel, por favor

¿Cómo no me va a dar pena que el concejal de Cultura, Dani Simón, haya decidido sustituir los periódicos en papel de las bibliotecas municipales por sus ediciones digitales? Explicó el concejal en la presentación del borrador del Consell de Cultura d´Alacant que es cuestión de que los mayores que suelen usar este servicio se vayan acostumbrando a los nuevos hábitos. Que comenzará por la biblioteca de Benalúa y que progresivamente se irá implantando en el resto.

Cómo no me va a dar pena esta medida. Si soy uno de esos mayores que se beben cada día no menos de cinco diarios de arriba abajo. O mejor dicho, desde la última hasta la terminar en la primera. El motivo de esta decisión, arguye el concejal, es económico. Con ello las arcas públicas se ahorrarían 10.000 euros anuales. ¿Pero qué son 10.000 euros anuales?, preguntamos los prensa-adictos. ¿Qué supone esa cantidad en comparación con otras partidas? ¿Cuántos cócteles y cuantas actividades menos confesables se llegarían a realizar en otras épocas con un presupuesto semejante? ¿Cuántos catálogos y publicaciones que hoy duermen el sueño de los justos en las estanterías de la concejalía costarían mucho más?

Me manifiesto en contra de la supresión de los diarios en papel por varios motivos. Primero, porque a este paso nos vamos a quedar sin hemerotecas municipales. Confiamos todo a la nube, a Internet, y resulta que cuando menos lo esperemos resultará complicadísimo consultar una crónica de tiempos pasados. Me quedé helado cuando al visitar la biblioteca Gabriel Miró de la CAM me contaron que habían tirado toda la prensa en papel porque no había espacio. Las bibliotecas municipales hace tiempo que dejaron de recibir los ejemplares de prensa durante los fines de semana. El futuro inminente se adivina todavía peor. Miedo me da pensar que la Biblioteca Provincial, de cuya reforma integral seguimos sin saber palabras, mientras sus aseos y otras dependencias se caen literalmente a trozos, ose imitar esta propuesta.

Y digo yo, ¿por qué no se prima a los quiosqueros? ¿Por qué no se declara Alicante «ciudad hermana de la prensa» y se suprimen los impuestos a los pocos quioscos que sobreviven? Sería un gesto tan barato como significativo. Sería genial que Alicante fuese conocida por una medida pionera positiva.

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