Hay palabras que han surgido de una misma raíz ancestral que sin dejar de pertenecer a la misma lengua se diferencian entre ellas muy poco en su propia estructura morfológica y que, por el contrario, tienen significados bien diferentes y hasta contrarios, si no contradictorios.

Ponerlas juntas, en una misma frase o pensamiento puede dar lugar a la creación de otros significados ocultos, enriqueciéndose mutuamente ambas pese a su condición prístina de opuestas o contrarias.

Proponen así un juego de dimes y «diretes», de significados y significantes, de juntar para separar y dividir para unir.

Si la ironía dicen que es el lenguaje de los dioses, este puede ser un a modo de lengua nueva de los humanos mezclando humor, sátira y hasta sarcasmo.

Demasiada teoría. Pondré, si me sale, algún ejemplo con más intención de mezclar estas formas de comunicación humana, que de aclarar mejor los expuesto teóricamente.

De una misma raíz, posiblemente indoeuropea y a través de lenguas tan ricas como las clásicas europeas, tan preteridas hoy día, como el griego y el latín, han llegado hasta nosotros y ahora, tras evoluciones que no vienen a cuento aquí, algunos términos (morfemas creo que les llaman) enormemente parecidos, a veces con solo una vocal diferente y, sin embargo, tan distintas que si se les junta viene a decirse justo algo contrario o muy diferente de lo que cada una afirma o significa.

Me referiré hoy a los derivados de la raíz «est», de donde proviene nada menos que «estado», pero también otras tan semejantes y diversas como el adjetivo «estable» y el sustantivo «establo».

Precisamente por estos lares más o menos patrios y en semejantes circunstancias, cuando disfrutamos de un Estado sin gobierno propio, al tenerlo sólo para funcionar y nos encontrarnos en plena tarea de obtener uno con juegos de pactos y dificultades aritméticas, se viene repitiendo como una cantilena inexorable, estas cosas son como «mantras» sagrados que nadie discute sin saber mucho por qué, que precisamos de cualquier forma y manera que sea «estable» lo que resulte o se obtenga.

Que no es igual que establecido porque en este mundo traidor nada humano pude ser estable permanentemente, a pesar del anglicismo «stablismen» o «statu quo».

La raíz «sta» alude a estar parado, en pie o quieto en algún lugar, aunque sea incómodamente, para estar más a gusto de igual forma estaría sentarse o estar sentado («sistere» en latín) de donde salen asistir, consistir o resistir.

La misma raíz está en el sentido de lo que designa (en griego) el coche que espera en su sitio que lo alquilemos o taxis.

De este término surgen también verbos como establecer, instituir o restituir y sustituir o constituir, así como sustantivos como estado, institución y constitución y adjetivos como estable que hace de algo o alguien quieto o poco mudable.

Es lógico que por tanto exijamos gobiernos estables cuando son de nuestro gusto o afines los gobernantes elegidos y sustituirlos por otros cuando no lo son.

Pero la otra palabreja, valga aquí el tono despectivo, que tanto se le parece y sale de idéntica raíz es el término «establo» ( «o» por «e») que también significa, como no, lugar donde se está, en este caso casa o lugar de ganado y hasta según el poeta latino lugar que gusta para estar al ganado («stabullum amat pecus» de Horacio).

Suele añadirse que proviene de estar y un sufijo instrumental «bullum», de donde «blo» pero más parece que de tal aditamento vale también para adjetivos en «ble». De modo que casi lo mismo sería estable que establo, pero este propio de bestias según el sentido sobreañadido que se le atribuye.

A ver si en vez de una gobernanza con estabilidad, sustantivo derivado de estable, no puede que también pueda referirse a otro sustantivo que provendría de la misma raíz y que en realidad no existe y que otra vez tendría una sola vocal de diferencia.

Me explico.

Sinónimos de establo son aprisco, término poético añadiendo lugar abrigado y pesebre donde come el ganado, idealizado como nombre del lugar en que nació Jesucristo y denostado como «de donde se come aunque sea sin mayor derecho y a lo bruto».

Que no parece sino que la búsqueda y hallazgo de los mejores pesebres, por abundante materia reunida, sea la principal encomienda de los que persiguen entonces la mayor estabilidad.

O sería decididamente mejor inventar por fin el término nefando (lo que no se debe decir ni nombrar) «estabulidad» en vez de estabilidad.

Cuanto más establos haya mejor y que sean lo más estables.