Seis manos sostenían la delgada vara de mando un caluroso 13 de junio en el Salón Azul. Treinta dedos sobre el fino bastón que simboliza el poder municipal de Alicante. Un alcalde socialista en un pacto a tres con las izquierdas sin corbata, desde la más asamblearia a la más nacionalista. Y, al final, está ocurriendo lo que todo el mundo sabía que iba a suceder desde que el alcalde prometiera, en su primer minuto, que no iba a caer en «polémicas estériles» en su gestión. Evidentemente, todo han sido «polémicas estériles» por la ingobernabilidad del tripartito en sí. Desde el conflicto de los veladores a la espantada de Ikea, o el cierre comercial de Maisonnave en domingo, por no hablar del acuario de la Plaza Nueva, que lleva cerrado desde agosto por la incapacidad del tripartito. Y así, decenas de asuntos que mejor no citar. La hemeroteca da fe de lo que digo.

Recordamos, los presentes en aquel Salón Azul, las promesas del alcalde Echávarri de hacer del Ayuntamiento una institución «transparente» y «de cristal». Eso dijo, créanlo. Es de suponer que los cristales se rompieron al día siguiente y los sustituyó por hormigón si nos atenemos a las zancadillas que continuamente pone el alcalde a los grupos de la oposición e incluso a los medios de comunicación, a los que de forma ventajista impide el acceso a la información. «No pondremos ni una sola traba» a la oposición. Eso también dijo, créanme. Sería un lapsus de un alcalde que ha hecho del registro municipal un bunker de difícil acceso.

Ahora llega uno de esos momentos que se dicen de la verdad: la aprobación de los presupuestos municipales. Los primeros de un tripartito que decía que lo primero son las personas, ¿recuerdan? La nueva política. Saben lo que les digo, ¿verdad? Es el momento de cambiar las excusas de la herencia recibida por los hechos. Las nuevas cuentas municipales serán las suyas y hay que retratarse de verdad. Señor Echávarri, o quizá mejor señor Pavón, dígannos cuál es el modelo de ciudad que van a desarrollar. Cuáles son sus prioridades. ¿Las personas? Vamos a ver cuánto les dedican. Y vamos a ver, si no tienen inconveniente, ¿cuál es el grado de cumplimiento de sus compromisos electorales?.

Excusas ya les quedan pocas y coartadas menos. ¿Qué es eso de enviar mal a sabiendas los presupuestos al Ministerio de Hacienda? Ah, que la concejala del tripartito dice que se ha pasado «un poco», pero que la culpa es del Gobierno por no hacer la vista gorda. Todo muy serio. ¿Van a hacer ustedes también la vista gorda con las personas y las empresas que pagan los impuestos municipales? Y cuando termina el tiempo de las excusas llegan las pataletas, como cuando la edil amenaza con cargarse la paga extra de los funcionarios por culpa de que Hacienda no le aprueba sus cuentas. Alguien tiene que pagar el pato, ¿verdad señora Morales? Total, usted misma antes de enviar los presupuestos a Madrid ya dijo que se había pasado «un poco». Ha tenido que llegar Guanyar para decirle ¿qué está usted diciendo concejala Morales? Y así todo, un dejavú hacia ninguna parte. ¿Es que ni tan siquiera hablan entre ustedes a la hora de cerrar unos presupuestos? No hace falta que contesten, ya vemos que no. Incluso hemos podido comprobar que, además de a la oposición, se ocultan también información entre ustedes mismos y luego pasa lo que les pasa, que terminamos leyéndolo en los diarios.

¿Dónde está el alcalde de Alicante? ¿Fue solo una foto aquél 13 de junio? ¿Qué despacho guarda la vara de mando? ¿El de Pavón? ¿El de Echávarri? Es cierto que el pacto de perdedores les permitió alcanzar democráticamente el gobierno de la ciudad, pero Alicante es un compromiso demasiado grande para mirar hacia otro lado. Pongan orden y enderecen el rumbo perdido. En definitiva, no desgobiernen como hasta ahora. Y, aún así, sé que recurrirán al mantra de echar la culpa a la gestión del Partido Popular. ¿Pero eso les justifica para que ustedes lo hagan mal? ¿Justificaría que nos calláramos y les dejáramos hacer? Yo les contesto que no. No lo justifica y no nos callaremos.