Los que me conocen, saben de mi gusto por bucear en foros y redes sociales para medir la temperatura política de las noticias. La identificación de los foreros con un partido suele ser bastante acusada, en un alto porcentaje de los casos, se puede casi adivinar a qué siglas vota cada uno.

Una de las cuestiones que más me inquietan en este mundo digital es la superficialidad que transmiten muchos de los argumentos foreros. Percibo una baja capacidad de análisis aderezada con cierta dosis de agresividad, especialmente en estos días postelectorales. Seguimos estancados en el mismo eje de siempre: izquierda vs derecha, obrero vs empresario, trabajador vs especulador. De hecho, muchos pretenden clasificar los votos con comentarios tales como: «Se ha votado mayoritariamente un gobierno de izquierdas» o «la gente ha votado no a la derecha».

Nos olvidamos que pueden existir infinitos ejes que permiten ver las cosas desde ópticas diferentes: capitalismo-comunismo, liberalismo-proteccionismo, europeísmo-antieuropeísmo, moderación-radicalidad, partidos de estado-independentistas, antiguos-nuevos, etcétera. Así pues, yo también me podría adueñar de los votos de Ciudadanos, PSOE y PP, y esgrimir, no que han ganado las izquierdas, sino que han ganado las fuerzas del constitucionalismo.

En unos resultados como los acontecidos en estas últimas elecciones, la reducción al antiguo eje izquierda-derecha nos vuelve a llevar un camino sin salida. Falta visión de conjunto. Miopía política.

De hecho creo que la gente ha votado a Ciudadanos como una opción nueva, que transmite ilusión por hacer política sin enfrentamientos, ni rencores y exigiendo gran responsabilidad en su trabajo político tanto a su partido como al de los demás.

Hoy en día se sigue imponiendo el eslogan, el estereotipo fácil, la clasificación estanca. No consigo ver demasiados críticos con sus referentes o que repudien las evidencias obvias contrarias a los intereses de partido. Tengo además la sensación de que los ataques son más viscerales que antaño. Comparto la reflexión que hace Elvira Lindo para El País en el que afirma que la sobredosis de debates ha llevado a que la gente se posicione a diario a favor de «su» partido, con la misma virulencia irracional que los hinchas de un equipo de fútbol y sin entrar jamás a considerar que en ocasiones el adversario tiene alguna razón o al menos el derecho a ser escuchado.

Intuyo además, que el eje izquierda-derecha beneficia a sus extremos. Los polos que algunos quieren mostrarnos como opuestos (y que no lo son tanto si los miramos desde otro ángulo) se necesitan mutuamente.

Podemos quiere llevar el discurso a la casta fascista y el PP al peligro de la izquierda Marxista-Leninista. No paro de leer topicazos de mi partido refiriéndolo como «Mismo perro con distinto collar» o «Marca blanca del PP» para situarlo a la derecha rancia o «La izquierda camuflada» o «Muletilla de la izquierda» para situarlo a la izquierda siniestra. Piensan que potenciar este eje les beneficiaría en unas hipotéticas nuevas elecciones que ambos desean, evidenciado en su entendimiento para reducir el plazo para el congreso de investidura de Pedro Sánchez.

Que uno de Podemos niegue las vinculaciones con Venezuela son casi tan cómicas como que uno del PP niegue el escándalo de Bárcenas con su partido. Tan incongruente es una cosa como la otra. Y sin embargo, la gente los excusa, optando por proferir las pueriles consignas de sus adoctrinadores: «PP= Corrupción», «Podemos= Fin del mundo», «Conmigo o contra mí». A veces pienso si Podemos fue realmente un engendro frankensteiniano del PP con el único objetivo de controlar a una izquierda fruto de su creación, que ahora se les está yendo de las manos.

Sin querer menospreciar los errores que pudimos cometer en campaña, creo que de alguna manera se impuso el sándwich que le hicieron a Ciudadanos bajo el miope prisma del eje izquierda-derecha. Aunque llegué a pensar que en el 20D esta trivialización estaría ya superada, me he dado cuenta de que todavía no hemos llegado a ese punto. Trabajaremos para ello.

Aviso a los navegantes del PSOE, los hooligans están hambrientos.