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Francisco Esquivel

Un entorno de impresión

Me siento Messi y no, no es flor de un día. Los primeros síntomas aparecieron en diciembre cuando, desde Yokohama, llegó la noticia de que el astro no jugaría la semifinal del Mundialito a causa de un cólico nefrítico. Ahí estriba la similitud. No es mucho pero, en este caso, a ver quién se atreve a decir que menos da una piedra. A los argentinos, por contra, les cuesta un mundo reconocerse en el crack al que no dejan de cuestionar y, en cambio, un tímido antropológico como él -aunque ya ande más suelto- se ha integrado a las mil maravillas en el entorno, donde da la impresión de ser uno más. Y tanto que lo es. De hecho tiene cita en el juzgado tres días después de la fecha fijada para la final de la Champions, por lo que, de ganarla, no se va a privar de nada en la celebración. Otro mito, en este caso del catalanismo y que tantos años presidió entre otros palcos el del Camp Nou, ha alcanzado el estadio de pasar por la Audiencia Nacional. Jordi Pujol volvió a justificar el origen de la fortuna familiar en la herencia paterna, lo cual liga regulín con los fondos en efectivo a base de testaferros detectados en cuentas andorranas. Ya se sabe, el juego subterráneo que, por mucho que los árbitros intervengan, no hay forma de terminar con él. La prueba está en que, ante la catarata de pleitos que se le amontonan, el Barça ha tenido que abrir un capítulo especial para su defensa. Los fieles no entienden el fichaje de Varmaelen, pero es por eso: dentro de la línea en cuestión, el resto lo invierte en abogados. Como los ex. El fascinante Rosell acaba de ser denunciado por espionaje, amén del asunto Neymar por el que tiene que afrontar una vista oral junto al presi actual y en el que también se encuentra imputado el club. Con esos restos pendientes de arrojar, no sé cuántas litotricias precisará el organismo. Pero, bueno, lo importante es el seny.

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