En la manifestación del 1 de mayo de 2014 convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT) en Sevilla, tres mujeres que portaban en andas una vagina de plástico de un par de metros de altura a modo de Virgen han sido citadas a declarar como imputadas este jueves por la juez de Instrucción número 10 de Sevilla por un delito contra los sentimientos religiosos. Ellas, en su defensa, han aducido que se trataba de un acto lúdico, festivo y reivindicativo, por lo que si parecía una procesión, en todo caso la procesión se utilizaba para exaltar o venerar la imagen de la vagina como imagen de la mujer precarizada, añadiendo que ellas tres han dejado claro que el objetivo era una reivindicación política de los derechos de la mujer en sentido amplio, no sólo laboral.

Al menos 200 millones de niñas y mujeres que viven actualmente en una treintena de países han sufrido la mutilación genital, según un informe presentado este viernes por Unicef. La cifra aumenta en unos 70 millones los últimos cálculos dados a conocer en 2014 al contar con más datos de países donde la práctica está muy extendida, como Indonesia, y a causa del crecimiento de la población en algunos lugares. Los motivos de la mutilación genital son varios, pero todos tienen en común que constituyen un componente importante de la identidad cultural de las niñas, así como de su identidad sexual. En efecto, se suele asociar con la entrada en la edad adulta, muy a menudo acompañada de una ceremonia durante la cual las niñas reciben regalos y reconocimiento público; se convierte entonces en un ritual necesario para que la niña sea considerada una mujer. No se trata de una pubertad física, ya que no coincide con la pubertad fisiológica, sino una pubertad social cuyas edades varían en función del sexo, de las etnias, de la localización territorial de éstas y de la densidad demográfica de los grupos.

Igualmente, entre los judíos, la ablación del prepucio masculino o circuncisión representa un pacto entre Yahvé y su pueblo: «Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto». Se lee en el Antiguo Testamento.

En las culturas, lo sexual tiene un valor determinado, no solo biológico sino, especialmente, como conjunto de roles socialmente construidos, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera como apropiados para hombres y mujeres. Ser hombre o mujer conlleva unas características, en este caso sexuales, y que deben cumplirse para ser admitidos como hombres y mujeres en el seno de su cultura y de su sociedad. En muchos casos, recriminables los valores sobre los que se han sustentado, como los expuestos más arriba. Del mismo modo es recriminable el uso que se hace de la mujer en nuestra sociedad de consumo, como mero objeto de deseo. Los valores de género acaban forjando la violencia de género. Y eso deberíamos hacérnoslo mirar.