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Transparencia y altura de miras

EL próximo martes, 16 de febrero, el Elche celebra una de las Juntas Generales de Accionistas más importantes de su historia, por no decir la más decisiva. Después de todo lo acontecido en los últimos dos años, este acto debe ser el punto de partida para que, en el plano institucional, el club comience un periodo que lo lleve de nuevo a codearse con los mejores. Con esa idea, tanto el consejo de administración como la Fundación deben dejar de lado intereses personales y volcarse con los de la entidad. Las palabras transparencia y altura de miras son ahora fundamentales para comenzar a salir del fango institucional en el que está atrapada la entidad. El oscurantismo y la mentira, sin querer ir más allá, -para eso ya están los tribunales-, han llevado al club de la franja verde a un auténtico cuarto oscuro.

Nadie puede olvidar que el Elche se encuentra en estos momentos en un concurso de acreedores, después de sufrir un descenso administrativo provocado por la nefasta gestión económica realizada en los dos últimos años por José Sepulcre y sus consejeros, con el equipo en Primera División, al que le puso la guinda su sucesor en el cargo, Juan Anguix, que engañó a todos. Aunque desde muchas partes del blanquiverdismo al empresario valenciano se le culpa incluso de ser el autor material del asesinato de John F. Kennedy, el tiempo ha demostrado que los números de Sepulcre son los que han metido en el hoyo al Elche. Es hora ya de que todo el mundo se quite la venda. Ahí están las cuentas para verlas.

Las obras de remodelación del estadio, la pignoración de gran parte de los derechos de televisión de la temporada 2014-2015, la contratación desaforada de personal para el llamado «chiringuito de Pepe», así como el hecho de hipotecar el estadio y sus anexos en 2014, dejaron al Elche sin activos para poder negociar cualquier operación financiera. Todo ello provocó que se cayera en una carrera por conseguir un préstamo, con gente poco recomendable, que no sólo nunca llegó, sino que dejó unos gastos cercanos al millón de euros que sonrojan hasta al mismo administrador concursal cada vez que mira los números del desastre.

Lejos de presentar un concurso de acreedores, que hubiera evitado la caída en los despachos a Segunda División, el consejo de administración metió dentro de las alfombras todas sus miserias e incluso el hecho de que si no se pagaba a la Hacienda Pública en diciembre la Liga iba a abrir un expediente de descenso administrativo por reincidente. En la Junta General de Accionistas celebrada en Navidad debió contarse todo con pelos y señales para poner freno a lo que vino después. A pesar de que la LFP amplió el plazo de pago, hasta el 31 de marzo de 2015, el préstamo no llegó y desgraciadamente el entorno franjiverde se enteró realmente de la situación cuando ya estaba cerrado el expediente administrativo que llevó al Elche a Segunda. Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, no tuvo piedad y dejó caer la guillotina. Este Elche no merecía estos dirigentes y, ahora, necesita total transparencia y que se rompa de una vez por todas con un pasado que abochorna al buen franjiverde.

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