Sufrir un gatillazo no es nada grave a nuestra edad, pero hay gatillazos y gatillazos y el de Don Mariano ha dejado insatisfechos a muchos de sus siete millones de votantes

Justificanla huida del más votado por falta de apoyos sin analizar las causas que le han conducido irremediablemente a esa situación. Es más simplón culpar al de enfrente. Hablamos de exclusión en vez de integración. Analicemos las causas en la andadura de estos cuatro últimos años y objetivamente opinemos quién ha excluido.

Pedro Sánchez, el galán de la izquierda, ha dado una lección de valentía, arriesgada sin duda, pero la ha dado. Quién no se ha atrevido a darla, quién ha actuado como el «caganer» del belén ha sido el candidato de la lista más votada. El rey, harto ya de tanta presbicia política, de tanta visita, de tanto choteo, ha encargado al candidato socialista la formación del Gobierno. A partir de ya, el tiempo cuenta.

Francamente, no sé si Pedro Sánchez podrá cumplir la labor encomendada por el rey. Corruptelas las hay, diferentes en todas partes y de todos los gustos. Dos presidentes autonómicos (Chaves y Griñán) que no sabían nada del megafraude de los ERE y los cursos de formación bajo sus pies. No sé, o eran tontos, lo que les inhabilita o eran cómplices, lo que les inhabilita aún más.

Una ministra (Mato) que nunca vio el Jaguar aparcado en su casa. Una presidenta autonómica (Aguirre), que haciendo méritos para su futuro de cazatalentos, fichó sin saber a un ejército de corruptos Un presidente de Gobierno y de un partido (Rajoy) que ignoraba cómo se gestionaba el dinero de la formación política, tan imputada como sus tres tesoreros y dice que ignora por qué. Lo mismo de antes, o tontos o cómplices. Y, dando tumbos, la libretita de Bárcenas con sus iniciales escritas insistentemente con unas supuestas entregas de billetes.

Una infanta (Cristina) que firmaba desde Babia los papeles de una trama corrupta€ y ahora, una alcaldesa (Barberá) sin tener idea de que todos y cada uno de sus compañeros de corporación hacían méritos para ser imputados por un claro caso de corrupción estructural en el Consistorio valenciano, hasta el punto de cerrarse el chiringuito del PP valenciano, por ser considerado una organización criminal y nombrar una gestora que empiece de cero, pero ella, Doña Rita, no sabía nada.

Ese podría ser un breve resumen de cómo España ha tenido desde hace muchos años gestores que bien son lelos, ciegos o demasiado listillos€ En todos y cada uno de los casos resulta complicado creer que no fueran conscientes de la corrupción que campaba a su alrededor.

Habría que ser muy ingenuo para no darse cuenta de cómo uno está rodeado de corrupción. ¿Puede pasar? Puede, pero el nivel de estupidez/ ineptitud debe ser tal que debería imposibilitar a cualquiera que lo ostente a volver a ejercer cualquier cargo oficial.

Hemos vivido rodeados de porquería y cuando ésta nos ha sobrepasado, alzamos la voz, culpamos al vecino y cerramos los ojos de nuestra casa, la que hemos votado.

La de listillos parece que es la teoría que tiene más posibilidades, que se impone sobre el resto en la mayoría de los casos, salvo los que se ajustan a la del tonto. Esta tercera hipótesis, la del listo que se pone las batas sanitarias suficientes para no verse salpicado, aunque finalmente lo sea. La del que cree que no coger tajada -si es que efectivamente no cogió- le libra de culpabilidad a pesar de haber estado mirando a otro lado para que sus colegas sí se lo llevaran calentito€ o que cogiendo cree que nunca será cazado es la más plausible.

«Es que España ha sido siempre un país de pillos», dirán algunos. ¿Pillos? No se engañen, que eso implicaría cierta astucia, cierta habilidad para engañar a los demás y en todos y cada uno de los casos de corrupción se ha hecho con descaro, de un modo zafio y con unas cotas de desfachatez sólo comparables a la confianza que el pueblo había depositado en ellos cuando fueron elegidos (salvo el de la infanta, que como miembro de una institución antidemocrática nunca lo fue). Y ahí radica nuestra cuota de responsabilidad, no tanto pasada como futura: exijamos controles reales y efectivos en la gestión de lo público. Y quien se niegue a ponerlos en marcha, que engrose la lista de sospechosos. Mano de hierro.

Coloquial y metafóricamente podríamos decir que Rajoy ha pegado un gatillazo y que Pedro Sánchez, no sé si por joven o por osado, puede tener un complicado orgasmo político.

Escuchando banales argumentos de los presuntamente hipotéticos socios de Gobierno, llego a la triste conclusión de que el ciudadano y España les importa un pimiento. Solo interesan sus traseros bien acomodados ¿O será que han visto las encuestas de enero del CIS?

Mi querida España, esa España mía, esa España ¿nuestra?, cantó Cecilia. Porque amar a España no es patrimonio de la derecha.­­­­