Después de haberme repasado las tablas de multiplicar, las divisiones, las sumas, restas, raíces cuadradas y logaritmos para poder estar en disposición de aclararme un poco con el resultado del 20D y después de haber escuchado atentamente durante mas de 40 días lo que nos han dicho los diferentes líderes políticos, tarea ésta muy ardua ya que un día dicen una cosa y al siguiente dicen otra, he llegado a una conclusión pasmosa: «¡ Esto no está claro, pero nada claro!».

Y no es que no esté claro hoy, es que cada día que pasa está menos claro. Con lo cual cualquier cosa es posible, incluso que el presidente del Reino de España sea el lendakari señor Urkullu.

Estamos viviendo una época, que algunos periodistas denominan, «de gran interés político». Desde luego el interés político es más que evidente pero la verdad es que, al menos a mí, me tienen con el corazón en un puño. Cuando escuché al señor Rajoy renunciar a asumir el debate de investidura, recuerdo que me quedé boquiabierta por la sorpresa. Fue tal mi sorpresa que casi babeaba. Lo mismo me ocurrió cuando el señor Sánchez aceptó ser el candidato a la Presidencia. ¿Pero como puede aceptar si no tiene el apoyo necesario para ser presidente, teniendo en cuenta que su propio partido no le deja aceptar siquiera la abstención de los independentista y que Ciudadanos no va a apoyar un gobierno en el que esté Podemos? Es en este momento cuando entré en la página web del Ministerio del Interior para tener los resultados de los diferentes partidos en las elecciones del 20D y, como cual posesa me puse a sumar y restar y vuelta a sumar y restar y el resultado me daba casi un imposible, resultado imposible que puede ser posible sin ningún género de dudas teniendo en cuenta que estamos en España.

Lo más sorprendente es que después de más de 40 días desde las votaciones, nuestros políticos se ponen a negociar ahora. ¿Como es posible que no lo hayan hecho antes? ¿Que es lo que han hecho durante todo este tiempo? Es evidente que nos están engañando y que, de hecho, estoy segura de que ya han negociado y cuando llegue el día de la investidura, los independentistas dirán que están muy enfadados y no asistirán a dicho debate, con lo cual, puede ocurrir que Ciudadanos mire hacia otro lado y permita que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tengan, en la segunda votación, más votos a favor que en contra. Con lo cual ya tendríamos al nuevo presidente y al nuevo vicepresidente, pero no tendríamos asegurado el gobierno de la nación. En efecto una cosa es tener el gobierno y otra muy diferente es gobernar y, claro, con 159 escaños (90 PSOE y 69 Podemos) no tienen votos suficientes para aprobar leyes orgánicas ni modificar la Constitución, Constitución que es para ambos partidos absolutamente necesaria modificar aunque no hayan dicho lo modificable de la misma.

En fin un panorama de lo más interesante y estresante. Permítame el lector precisar que la que suscribe piensa que es necesario cambiar la Ley Electoral para no tener que volver a vivir una situación tan incierta como la que estamos viviendo.