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Las lanzaderas del AVE. ¿Quién debe pagar los gastos?

Recientemente, desde este mismo medio, nos referimos a las lanzaderas del AVE a Benidorm y sacamos a colación los problemas de intermodalidad de transporte de viajeros de los que adolece la ciudad de Alicante, con la dispersión de las estaciones de ferrocarril, tranvía y autobuses. Y también nos referimos el debate de las lanzaderas que lleva vivo casi dos años.

Y también nos preguntamos si realmente la empresa concesionaria, a la que, en principio, correspondería hacer el servicio de lanzadera a Benidorm ha efectuado la oportuna solicitud en la Consellería de Transportes. Hemos de dejar claro que en absoluto culpabilizamos a la empresa concesionaria; los verdaderos responsables son los que han alimentado el follón mediático.

Revisemos la historia: cuando el AVE llega a la ciudad de Alicante, desde distintos Ayuntamientos se solicita la implantación de servicios de lanzadera, para comunicar los distintos núcleos urbanos con la estación de ferrocarril de Alicante; ésta parece una petición razonable. Sin embargo, el tono se eleva cuando desde la Alcaldía de Alicante se toma la bandera de la defensa de los intereses de los alicantinos: aunque no entendemos a quién perjudica una línea lanzadera, parece ser que el colectivo afectado era el de los taxistas y los problemas de tráfico que se podrían generar en la avenida de Salamanca, según ha trascendido en los medios de comunicación.

Una de las razones de implantación de un servicio de transporte regular, como sería la lanzadera aludida, es atender a una demanda. La pregunta es: ¿existe una demanda que justifique la implantación de un servicio directo entre la estación del AVE de Alicante y la estación de autobuses de Benidorm? Si nos preguntaran por la existencia de una demanda que justifique la implantación de un servicio de lanzadera entre la estación del AVE de Alicante y la estación de autobuses de Benidorm, nuestra respuesta, aplicando un simple análisis coste-beneficio, es que no y, por eso, entendemos que la empresa concesionaria afectada probablemente se haya esforzado en el empeño.

En este país, que somos dados a tomar decisiones oportunistas y sin el debido estudio, de forma tal que alguien supone (un concejal del equipo de gobierno, un representante empresarial, un concejal de la oposición,?) que al implantar el servicio del AVE Madrid-Alicante, van a venir muchos viajeros en tren cuyo destino final es Benidorm y, por lo tanto, es necesario implantar, de manera preventiva, un servicio con una línea lanzadera. A los propiciadores de este nuevo servicio, no se les había ocurrido que antes ya existía un tren relativamente rápido y nadie se había ocupado del tema. En fin que, en este país, existe una tendencia a elevar una ocurrencia al nivel de idea, y esta idea presentarla como de urgente necesidad; y ¡ya estamos en el juego mediático!

Analicemos el caso: el uso del servicio de lanzadera, está condicionado, en primer lugar porque el viajero del AVE tiene un cierto poder adquisitivo, por lo que la opción de un autobús que lo traslade a la estación de autobuses de Benidorm, en la que tiene que tomar un taxi u otro autobús para llegar a su destino, ampliando el viaje en más de una hora, con dos o tres transbordos, no le resulta atractivo. De hecho, este hipotético viajero de la lanzadera seguro que habría optado por un servicio de autobús Madrid-Benidorm, con un precio competitivo, pero eso sí, con el doble tiempo de viaje.

Pienso que no erramos al suponer que los retrasos en la implantación de los servicios de lanzadera tienen que ver con la previsible falta de rentabilidad, como se ha comprobado en el experimento efectuado el año pasadao desde la estación del AVE de Villena.

Los que defendemos el desarrollo y potenciación de los transportes públicos sostenibles, entendemos que ciertos transportes públicos como el caso del AVE, y en este caso el servicio de lanzadera, deben tener una sostenibilidad económica, que les permita cubrir sus costes y obtener su correspondiente beneficio.

El AVE es un modo de transporte, de calidad, sustitutivo y competitivo con el avión en distancias inferiores a 500 Kms, pero no es un sistema barato, por lo que carece de sentido que se imponga una intermodalidad que no se autofinancie; ni la Administración, ni mucho menos una empresa operadora intermedia, tienen por qué absorber estos costes.

Hasta donde conocemos, las propuestas sobre los servicios de lanzaderas desde Alicante han sido sugeridas desde municipios de la provincia; la cuestión es si éstos tienen la disposición de asumir los posibles déficits que se generen. En definitiva, llegamos a la pregunta crucial. ¿Quién debe pagar los gastos? Indudablemente, en este caso, los usuarios que vienen de un servicio de lujo o, en su caso, la empresa explotadora del AVE; ni los Ayuntamientos, ni mucho menos la empresa operadora del autobús, tienen por qué asumir esos previsibles sobrecostes.

Sin embargo, todas estas reflexiones carecerían de sentido si, en su día, los responsables de la planificación de los transportes de nuestra ciudad, hubieran decidido trasladar la estación de autobuses de la calle Portugal a los terrenos de ADIF (o limítrofes) al lado de la estación de ferrocarril y no a la avenida Loring. En fin, «De aquellos polvos vienen estos lodos». (Refranero español).

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