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Jorge Fauró

¿Por qué somos corruptos?

La semana pasada, el CIS hizo público su último barómetro, según el cual, el Partido Popular continuaría siendo la fuerza más votada y Podemos, con todos sus aliados nacionalistas en comandita, habría dado el sorpasso al PSOE. No creo que sea casualidad relegar al tercer puesto a los socialistas con la que hay montada sobre Pedro Sánchez para formar gobierno, pero lo que ya no debería sorprendernos es por qué continúa al frente del, en teoría, sondeo más científico de cuantos se hacen en España, quienes a diario nutren la actualidad de historias sobre saqueos de las arcas públicas y otras desvergüenzas. Que el electorado perdona permanentemente la corrupción, sea la del PSOE en Andalucía o la del PP en media España, es un hecho que confirman las urnas siempre que hay votaciones. Pero la gran pregunta es por qué no sólo se perdona, sino por qué en ocasiones se disculpa o se intenta justificar el delito sacando a colación las miserias del contrario. La corrupción es corrupción, es deleznable y repugnante la cometa quien la cometa. Escuché en la radio al exsecretario general de los socialistas valencianos Joan Romero, un tipo honesto que dejó el cargo al comprobar que militaba en un partido que devora a sus líderes al minuto siguiente de elegirlos. Le preguntaban eso mismo: por qué se sigue votando al corrupto. Su respuesta no me convenció, pero merece una reflexión y constituye un buen punto de partida para entender cómo somos en realidad. Decía Romero que dado que España es un país donde la corrupción está acomodada en la sociedad desde hace siglos y como se da por hecho que la clase política se lo va a llevar crudo, mejor que se lo lleven los míos que los del partido de enfrente, luego les sigo apoyando. Tampoco se puede esperar otra cosa de una nación que ha redactado leyes para que las grandes empresas coticen menos a Hacienda que un trabajador o donde muchos de éstos últimos aceptan cobrar en negro porque no les da para la hipoteca. Que somos un país mediocre ya lo sabíamos, y posiblemente ahí se encuentre la respuesta a la pregunta con que se titula este artículo. Mientras no atajemos de cuajo un sistema educativo que impida que el tonto de la clase llegue a presidente, la corrupción seguirá anidando entre nosotros. Lo peor es que hemos creado una sociedad donde todos hemos acabado siendo los tontos de la clase. Les dejo con «Sálvame» y con el especial que Jorge Javier nos tiene preparado para esta noche.

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