Va la gente, el gentío, a votar, y sale lo que sale. Porque la gente vota lo que le rota. Y si quiere que haya cuatro grandes partidos, pues eso quiere. Toda elección tiene un resultado. Y con el resultado de las últimas elecciones no hay otra posibilidad que la de pactar. Como no están acostumbrados, porque anteponen sus intereses personales, o los del partido, se tensan las situaciones y parece que quieran llegar a otras elecciones.

Si nos llamasen otra vez a votar, que espero que no se les ocurra, volverían a salir, escaño arriba, escaño abajo, el resultado que aconteció. No ha pasado tanto tiempo para que la gente cambie de voto. O para que se movilice sino lo hizo anteriormente. Pero sabríamos quién quiere elecciones y así sabremos quién cojones quiere gastarse 200 millones de euros en unas repetidas elecciones. Con la que está cayendo, querer repetir los comicios es el fracaso de la política. Si los mandamases de los actuales partidos son incapaces de ponerse de acuerdo en aquello que hay que reformar, y reformular nuevas elecciones tan pronto votemos una nueva constitución, estos «mandacorrales» se tendrán que ir a su casa.

Pactar significa renunciar. Pero parece que algunos estén esperando a que renuncien los otros primero. Algunos gerifaltes se arrogan la defensa de España mientras roban en las arcas públicas. ¡Menudo ejemplo! Sacar la bandera de la estabilidad mientras algunos de sus representantes más importantes estaban montando el monopoly del trinque pero con billetes de verdad, produce náusea.

Si de verdad quieren pactar, las reglas son claras. Todo el mundo cede para conseguir lo mejor para la mayoría. No para vuestro partido. No para vuestros intereses personales o para mandar en los ministerios. No para que las mayorías se olviden de las minorías. No para ejercer el repugnante oficio de venganza. No para que nos contéis que queréis regenerar mientras no decís de dónde sale el dinero de vuestras campañas. No para que vendáis muletillas de apoyo al pueblo con demagogias baratas que producen colas en los bancos o falta papel para el culo.

Pactar significa emplearse en entender que el otro, aun cuando no piensa en el modelo de sociedad que pienso yo, tiene que tener participación en los grandes temas de la nación. Pactar significa arrogarse la representación para llevar a buen puerto los acuerdos, no para consultar, día sí, día también, al pueblo que os ha votado. Porque la democracia representativa os da la potestad para tomar decisiones, y en eso tenéis que estar. Si no entendéis el principio de representatividad, mejor que gobiernen los técnicos. Los modelos de tecnócratas o militares son iguales. La tiranía.

Nuestros políticos son los representantes, mejores o peores, que hemos elegido para tomar las decisiones que nos afectan. Claro que aciertan, claro que se equivocan. Pero por eso les pedimos que pacten como se pacta en un matrimonio, en una comunidad de vecinos, en la familia y en tantos sitios. La vida es un pacto en el que la suma de los mejores acuerdos acuesta nuestras prioridades. Porque cuando entendemos que un pacto es mejor que un pleito. Porque cuando sabemos que el peor pacto es mejor que la mejor pelea. Cuando entendemos eso, pactamos siempre.

Todos tenemos el mejor modelo de sociedad en nuestra cabeza. Pero el mejor modelo de sociedad siempre es el que suma voluntades. Desde la izquierda a la derecha, al centro. Sumar significa ganar. Y quien piense que desde su atalaya ideológica tiene una manera de imponer a los demás, descubrirá la soledad de las líneas rojas.

Pactar es el ejercicio mental que nos une a los que no piensan como nosotros pero quieren vivir en comunidad. No hay comunidad razonable que no se construya con pactos. Y si estos de Madrid quieren construir la España de la transición, que ha sido la España del pueblo, que empiecen a copiar el modelo. Reunión tras reunión. Pacto tras pacto. Noche tras noche. Y cuando se encalla, vuelta a empezar. Siempre sale el sol cuando el futuro que queremos para nuestros hijos es compartido por más gente. Si pactan, el pueblo al que dicen defender, se lo agradecerá. Sino, que los 200 millones que costarían las nuevas elecciones los paguen de sus bolsillos los que quieren nuevas elecciones. Verás como corren a pactar.