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Desde mi terraza

Luis De Castro

La juventud

Hace una semana que vi la película de Paolo Sorrentino La juventud, y no me la quito de la cabeza. Y esto me sucede solo cuando leo un buen libro, o veo una buena obra de teatro. He aquí un ejemplo de una película que cumple todos los requisitos exigibles en el cine: buena factura, guion sólido y una interpretación extraordinaria, con un Michael Caine magistral y una aparición antológica de Jane Fonda que, con una sola escena, merece el Óscar a la mejor actriz de reparto. De nuevo el director se desliza, como ya hiciera con su anterior película La gran belleza, con sabiduría y sensibilidad entre el surrealismo y el realismo mágico (¿puede un chino levitar si se lo propone?) en la historia de dos amigos octogenarios que reaccionan de forma diferente ante su realidad: la vejez. Y el arte sirve, una vez más, de redención. Como cantaba Bob Dylan, «Ayer es solo un recuerdo». Lo que importa es el hoy, por viejo que se sea, que mira hacia una juventud añorada pero no de forma patológica. Es realmente extraordinaria la utilización de la belleza joven en contraposición a una decrepitud sin dramatismos. Y el arte, en este caso la música, es el elemento que ayuda al protagonista a continuar viviendo porque consigue superar un momento delicado por el que todos hemos pasado. Así, la cultura contribuye a llegar a una vejez sin aspavientos, la pasada juventud, no debe verse como el paraíso perdido. Vean la película. De ahí mi insistencia en que el teatro es uno de los mejores medios para pensar, mientras disfrutamos de un entretenimiento que puede ser plasmado tanto en clave dramática como de comedia. Es por eso que me dispongo a disfrutar de una programación del Teatro Principal que se me presenta como antológica; y una vez más aconsejo a los aficionados que desechen temores ante unos espectáculos que escapan a lo tradicional, al más de lo mismo, pero que reúnen en su mayoría un enorme interés. Recomendarles tal o cual título sería un atrevimiento por mi parte y una excesiva confianza en mi criterio, que no deja de ser subjetivo; hay muchas formas de informarse antes de decidirse a comprar una entrada, pero los muchos premios que suman varios espectáculos ayudará a la elección. Por eso es esencial el voto de confianza al nuevo director, porque aunque no aparece en el programa todo lo que hay realmente interesante en la exhibición teatral española, sí son casi todos los que están. La opción de presentar tres espectáculos en valenciano o catalán cubrirá las exigencias de un público que reclama teatro en esas lenguas, con todo su derecho. Siempre he dicho que lo importante es el espectáculo en sí, sólido en forma y fondo, al margen de la lengua que se interprete y que personalmente no siento de forma emocional o visceral. De cualquier forma, habrá que recordar a cualquier detractor que estos tres espectáculos constituyen un porcentaje mínimo en el grosso de la programación. Hay donde elegir. Ojalá que mis lectores no vean en mis reflexiones sobre el arte y la cultura una actitud escapista ante una realidad social española convulsa, motivada por la situación política que me preocupa como a cualquier ciudadano. Vamos a ver si realmente los políticos están a la altura exigida porque es ahora cuando el arte de la política puede alcanzar su verdadera dimensión. Y sea cual fuere el resultado de las negociaciones que ahora empiezan, lo cierto es que entramos en un tiempo nuevo tras cuarenta años de democracia necesitada de regeneración. Y que efectivamente el ayer sea solo un recuerdo.

La Perla. ... «El envejecimiento no es un momento del tiempo, sino el instante preciso en que renunciamos a vivir». (Zenaida Bacardi de Argamasilla, escritora y poeta cubana)

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