Han transcurrido 11 años desde que se aprobó la Ley integral contra la violencia de género de 2004 y en este periodo se han venido mejorando, en cierta medida, algunos aspectos que era fundamental tratar y modificar para seguir dando pasos hacia adelante. Pese a ello, la sociedad no acaba de entender que las cifras de mujeres asesinadas o víctimas de homicidio por hechos de violencia de género se sigan produciendo e incrementando, habiendo comenzado el año 2016 con una cifra de 8 en el primer mes del año, lo que de seguir así nos llevaría a la mayor cifra de mujeres asesinadas desde que en el año 2003 se inició a tratar desde la estadística de forma autónoma y diferenciada a este tipo de casos, para no englobarlos en la estadística genérica de los asesinatos y homicidios, ya que el peor año desde el 2003 fue el 2008 con 76 muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, pero de seguir este ritmo nos llevaría a una cifra de 96 mujeres a final de 2016; algo realmente aterrador si entendemos que cada vez se producen modificaciones y reformas legales tendentes a frenar estas situaciones. Solo en uno de los últimos años en 2006 hubo nueve asesinadas ha habido más fallecidas a manos de sus parejas o exparejas que en el comienzo de este 2016. La cifra es la misma que se produjo en 2003, 2011 y 2012.

Sin embargo, la clave de esta situación es que no podemos enfocar la solución de este problema solo desde el punto de vista de las reformas legales en materia de justicia. Por un lado, no podemos mantener que la elevación de las penas por sí misma va a reducir la existencia de malos tratos, aunque sí los programas de reeducación a maltratadores que actúan tras el delito y que servirán para actuar a día de hoy a corto plazo, pero donde debemos actuar de inmediato es en la introducción de programas en la escuela sobre igualdad de sexos, de respeto entre las personas y de «no violencia». El tratamiento de la violencia de género desde la escuela es esencial para actuar en la lucha contra los malos tratos, porque el problema de la violencia de género está empezando desde edades muy jóvenes, algo que hace unos años no habíamos detectado todavía, y en un estudio de la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género de 2015 se detectó que 576 chicas menores de edad tenían al cierre del año 2014 una orden de protección o una medida cautelar dictada a su favor por violencia de género, lo que supone un aumento del 15,4% respecto del año anterior, cuando las víctimas de maltrato que no habían cumplido los 18 años no llegaban al medio millar. Además, en el año 2014 subió un 18,4% la cifra de maltratadores menores de edad, con 90 casos. Entre los que tenían de 18 a 19 años, la subida fue del 13,2%, conforme los datos del INE. Por ello, es preciso incidir en el tratamiento de este problema en la escuela, en la juventud y en los hogares, ya que se victimiza a mujeres jóvenes por chicos jóvenes y se maltrata a menores, bien por ajenos a la familia, pero también por los propios familiares. Ante ello, debe potenciarse la atención en la prevención por medio del incremento de los recursos para «detectar» cuanto antes estas situaciones, informar en las escuelas a los jóvenes para que sean detectados cuanto antes los rasgos de la victimización de género, porque uno de los problemas de este fenómeno es que muchas víctimas ni tan siquiera saben que lo son, y si esto ocurre en las mujeres mayores de edad nos podemos imaginar cómo ocurrirá este dato en las menores de edad, hasta el punto de que puedan entender como normalizada una conducta por la que se considere normal la forma de dirigirse el chico a la chica con actuaciones de menosprecio, por lo que es fundamental en estos casos que la mujer joven tenga conocimientos suficientes de lo que está sufriendo para denunciarlo y salir de esa relación que más pronto o más tarde concluirá en agresiones físicas más graves.

De esta manera si tuviéramos que elegir una medida para luchar contra la violencia de género siempre nos decantaríamos por la mejora en la información a las mujeres para que conozcan los síntomas del maltrato y qué recursos tienen en sus manos, así como que cuenten en su entorno lo que está pasando para poder activar los instrumentos de ayuda. Hay que incidir, por ello, en la extensión de asignaturas de no violencia, de respeto mutuo y de igualdad entre hombres y mujeres, mucho más eficaz que otras medidas. Porque si no introducimos el respeto entre las personas como asignatura de vida no haremos nada por muchas penas que queramos imponer ante la transgresión de las normas.