El pasado 28 de enero, en los locales de CC OO de Madrid, se presentó un libro, uno de esos libros que está plenamente justificado: La matanza de Atocha de Jorge M. Reverte e Isabel Martínez Reverte. Se había previsto el evento en un salón más bien pequeño y en el último momento los organizadores, ante la afluencia de cientos de personas, lo trasladaron a otro, en donde inclusive parte del público asistió de pie. Pocos jóvenes pero hay que tener en cuenta que el libro recuerda un crimen contra los derechos humanos más elementales que sucedió en Madrid hace 39 años. En la mesa, los autores, Jorge M. Reverte (que sufrió un ictus, pero su voluntad se impuso) y la persona que colaboró para concluir el trabajo, Isabel Martínez Reverte. Además Manuela Carmena, Francisca Sauquillo, Jaime Cedrún, que pudieron ellos también ser víctimas de aquel siniestro atentado, perpetrado por elementos extremistas, que no podían soportar el fin de la dictadura, horrorizados ante la posibilidad de que España se convirtiera en un país democrático. Cuarenta años de un régimen que en su origen contó con el apoyo del nazi-fascismo se derrumba matando, fiel a su ADN. No sospechaban que el crimen no solo detenía el proceso democrático, al contrario, lo aceleró. Basta recordar la enorme multitud que despidió, pacíficamente, a los cinco asesinados y además cuatro heridos.

Este libro era necesario. Michel Foucault escribió que los griegos, aquellos griegos de la Atenas de Pericles, no tenían ante sus ojos el futuro, sino el pasado. Es decir que entraban de espaldas en el futuro... Subraya que una de las grandes mutaciones del pensamiento occidental se producirá sin duda el día en que pueda pensarse que la reflexión sobre la memoria es al mismo tiempo una actitud con respecto al futuro... «El olvido devora todo lo que te sucede, no es capaz de acción, no es capaz de éxito, no es capaz de ocio placentero... La memoria es el modo de ser de lo que ya no es». Este libro permite citar a Borges: «sólo una cosa no hay, es el olvido».

Este crimen y otros que se sucedieron en 1977, cuando la hoy cuestionada transición, permite recordar que fue un proceso doloroso, muy difícil y los pactos a los que se llegó en circunstancias tan complejas, no son comparables a la actual situación política por la que atraviesa España. En 1977 no solo los fascistas cometían crímenes y con el apoyo del régimen franquista, también ETA asesinaba. Se instaló la democracia a pesar de las Dos Españas, la roja y la azul.