Siempre me han gustado los refranes. Enraizado en la sabiduría popular y en su capacidad de observación, junto a la cotidianidad de muchos acontecimientos, un refrán es una sentencia breve que da lugar a la reflexión que trasmite una enseñanza, un consejo o una moraleja. Por ejemplo cuando echamos un vistazo al refranero español y leemos «A cada cerdo le llega su San Martín" resume en pocas palabras que «no piense el malvado que puede quedar impune su comportamiento, pues antes o después quien obra mal recibe su castigo». Anónimo, como todos los refranes, este nace del destino ineludible que tenían los cerdos que se engordaban en los pueblos y aldeas de la España renacentista. La semana de San Martín, 11 de noviembre, previa a la llegada del frío invernal, era la elegida para sacrificar el cerdo del cual se obtenían provisiones alimentarias que curadas con sal y frío seco, daría alimento para todo el invierno. Los refranes tienden a generalizarse tanto que en la Comunidad Valenciana, y en general en las zonas cercanas al mar, las fechas de la matanza solían prolongarse hasta febrero, de hecho en la Vega Baja, al sur de Alicante, era la semana de Santa Águeda, 5 de febrero, la fecha elegida para sacrificar el lechón y aun así el refrán se transmitió tal y como lo hemos citado.

Fiel al refranero español y a la fecha, en Valencia «la matanza», en forma de citación judicial, no ha faltado a su cita. Unos cincuenta miembros del Partido Popular, supuestamente malvados, están teniendo que declarar ante su «San Martín» particular, el juzgado número 18 de la capital valenciana. El juez escuchará a todos aquellos que durante más de una década, siempre supuestamente, cobraban comisiones ilegales por amañar contratos públicos, dinero de todos los españoles que iba a parar, parte a sus bolsillos y parte para financiar los actos del partido políticos que los cobijaba bajo sus siglas. Oirá a esos personajes que contaban dinero negro dentro de un coche; esos malvados, engreídos y pedantes políticos que durante mucho tiempo se creían impunes, pero que al final se han dado de bruces con su «San Martín», con la horma de su zapato.

No están todos los que son y seguramente no son todos los que están, pero cuando el nuevo gobierno de la Comunidad Valenciana cifra en trece mil millones de euros el dinero que se ha robado, y que se ponga como ejemplo a la empresa pública Ciegsa encargada de la construcción de colegios, cuyo agujero se calcula en unos mil cien millones de euros y con sobrecostes de hasta un 36%, es cuando pienso que mucho tiempo ha tardado San Martín en volver a aparecer por la Comunidad Valenciana. Durante el tiempo en el que el santo encontraba el camino, los malignos políticos engordaban y engordaban, a costa del sacrificio de todos los valencianos, pensando que el refranero se había olvidado de ellos, se sentían intocables, revelaban a sus cachorros que repartir el dinero público «sin meter la mano» era poco menos que ser un imbécil, un bobo, y pensaban que el tiempo de dar explicaciones a la justicia, «la matanza», nunca llegaría. Ha sido tanta la impunidad con la que han delinquido, que han llegado a creer que se podía hacer de la supuesta apropiación indebida de dinero público una forma de vida; y mientras robaban, siempre supuestamente, alardeaban y fanfarroneaban de estar legitimados por las urnas.

Por fortuna el refranero no entiende de tiempo y pacientemente ha esperado encontrar un «San Martín» que se hiciera cargo de estos presuntos malvados y perversos valencianos. La «Operación Taula» están siendo la encargada de colocar a cada uno en su sitio, y aquellos que jamás pensaban que podrían ser llamados «ladrones» o «chorizos», están viendo cómo sus vecinos, que antes aplaudían y reían sus gracietas, ahora les increpan con estos calificativos que, paradojas del destino, el chorizo también es una vianda, es un producto típico y propio de la matanza del cerdo.