Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

Parece que no se han enterado

Sigue empeñado el partido que ha gobernado durante los cuatro últimos años con flagrante menosprecio del sentir mayoritario de los ciudadanos en seguir durante cuatro años más como si aquí no hubiese pasado nada. Como si la mayoría simple obtenida en los últimos comicios gracias, entre otras cosas, a un sistema electoral necesitado de urgente revisión, le diese el derecho a seguir teniendo al frente del país a un político a quien casi todo el mundo considera ya amortizado.

Continúan fingiendo los populares que el problema que tienen no es en absoluto de liderazgo mientras se obstinan en convencernos de que la corrupción de su partido es ya algo del pasado, resuelto con el apartamiento de unas pocas manzanas podridas. Da igual que todos los días la prensa revele nuevos casos de gravísima corrupción que afectan a personas que ocuparon cargos destacados en el partido e indican que no se trataba de algo episódico, sino de un sistema de gobierno. No está dispuesto su líder a hacer lo que haría alguien a quien preocupase más la credibilidad del partido que su propia carrera política „dimitir y dejar paso a alguien menos contaminado por el pasado„ y nadie parece tampoco dispuesto a asumir el papel de Bruto.

Su única estrategia parece ser intentar convencer a los votantes, con vistas a unas nuevas elecciones, que el problema son los otros: los socialistas del inexperto Pedro Sánchez, que se niega empecinadamente a una gran coalición con ellos y Ciudadanos. Una coalición, que en cualquier caso debería presidir Mariano Rajoy porque es el único capaz, según dicen, de inspirar confianza en Bruselas y los mercados y garantizar por tanto la estabilidad que ésos buscan por encima de todo.

Y mientras tanto, desde la otra orilla, exdirigentes nacionales „algunos en su senectud cortejados por la misma prensa conservadora que los atacó ferozmente cuando gobernaban„ se dedican a seguirles a aquéllos el juego poniendo palos en las ruedas de una ya de por sí difícil coalición de izquierdas. Parecen también estos exdirigentes no haberse enterado tampoco de nada, de que el país ha cambiado, de que no se puede seguir gobernando tan cómodamente, limitándose a turnarse en el poder, como hasta ahora. No parecen haber comprendido que si el partido socialista está hoy donde está es por su propia culpa, por no haber sabido corregir a tiempo sus propios errores, y no porque le hayan surgido a su izquierda unos jóvenes «leninistas» dispuestos a comérselos.

No se enteran unos ni otros de que hay una nueva generación apenas marcada ya por la sombra del franquismo, más dialogante y abierta al mundo, una generación que reclama su oportunidad y sus derechos. Es una generación que sabe que en los países más democráticos, un político que miente en el Parlamento, que cuando menos tolera la corrupción en las filas de su partido, tiene que dimitir inmediatamente, obligado por la presión de la ciudadanía y de los medios.

A esa generación ya no se la asusta tan fácilmente con argumentos como el de que quien no piensa como ellos en la cuestión nacional sólo pretende «romper España». España sólo se romperá si seguimos empeñados, como hasta ahora, en no escuchar al otro para tratar de entender sus razones, desmontar su demagogia y aportar mejores y más convincentes argumentos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats