Con la que cae, con lo que puede caer y con todo lo que veo y siento, ayer por la mañana hay una imagen que me ha dejado marcada, pero de alegría. Reconozco que sobre la máquina de «tortura» (me pone todo sudar la camiseta en el gym) y escuchando a Tiziano Ferro (todo estilazo y musicón) cantando «Lo Stadio» mis ojos solo tenían una sola mirada, la mirada a la pantalla de la tele. Durante los últimos minutos de un partidazo España, representada por un equipo de auténticos «gladiadores» deportivos, me hizo vibrar de emoción. Hoy somos campeones, como en tantas cosas, de nuestra querida Europa en balonmano. Una gesta que ha sido absolutamente genial, llena de estilo, de salud, de detalles, y toda una celebración que llenó de banderas rojas y gualdas las gradas del estadio polaco. Entre emociones, gritos, sonrisas, risas y mucha lágrima, nuestro deporte patrio se alzó en el pódium del mejor deporte del mundo. Como tantas veces? por eso es, sin duda, esta gesta el mejor ejemplo de lo que nuestros deportistas nos están demostrando. Harta de ver lamentables imágenes, de ver gente triste y gris, intereses egoístas, partidarios, tropa capaz de todo? y desde luego hasta las narices de las estupideces de algunos que, sin reparar en nada, solo piensan en montarse la islita (en este momento catalán, ayer vasca y mañana ya veremos...) para seguir haciendo de las suyas (Pujol mediante...), en medio de esto, esta estampa de orgullo, de dignidad, de sano juicio y de gente más sana todavía junta (apellidos de todos los orígenes) me recuerda que, como dice Tiziano «el mundo te aguarda? y cambiaremos el mundo, pero cambiaremos de verdad, persona de verdad con el corazón fuerte en un universo de amor», ¡ale!? Porque de verdad que a este San Valentín le voy a suplicar por fin, amor. No solo para los que siempre lo hemos buscado como lo más importante de nuestra vida, para gritarlo a fuerza plena y a los cuatro vientos? sino porque cada vez pienso más que solo las personas de verdad, con capacidad de entrega, de limpieza de alma y bajo la fuerza y el honor, como los antiguos guerreros, pueden cambiar este chiringuito que nos hemos creado a base de no ver y tratar de hacer que nada cambie para que los mismos de todos los sitios sigan igual, de uno y otro lado, y ahora de los siguientes? así que para terminar este enero, declaro que me siento orgullosa de ser española por los cuatro costados, alicantina, madrileña de origen, europea de formación y futuro, y ciudadana del mundo a ser posible, en toda su dimensión. Que espero que la cultura, la música, el teatro, la cocina, el deporte, el pensamiento, la filosofía, la historia y la razón nos saquen de la sinrazón. Que la generosidad impere este «casino» y ordene nuestra realidad. Y a voz plena, gritemos por fin que «no somos diferentes». Y cuando Luis Ivars suene, con orgullo de alicantina lo digo, por toda una alfombra de Los Goya, el próximo 6 de febrero, sienta que todos empujamos para que siga haciendo historia con su trabajo. Como tantos de nuestra tierra que creen en ella mientras otros se dedican a lanzarse tiestos. Feliz domingo.