Aula: ¿De verdad no puede evitarse que cada semana un hombre mate a una mujer?

-Profesor: El hombre prehistórico sabía que tal vez muriese cuando iba a cazar para alimentar a los suyos. Eso le permitía ejercitar una situación de poder. La mujer, sujeta a la maternidad, era poco más que un objeto sexual y reproductor al que exigía sumisión absoluta. Hoy la mujer es una persona igual que el mejor hombre y no quiere humillaciones. Pero algunos continúan heredando comportamientos de violencia, siguen sin aceptarlo, y se descontrolan...

-Paula: Una vecina mía recibe de vez en cuando una «caricia» violenta de su marido. ¿Cómo se ha llegado a esto?

-Profesor: Por lo que acabo de decir. Y porque a veces, queriendo proteger a quienes amamos, elegimos mal la protección y cometemos, sin desearlo, un mal menor para prevenir otro mayor. Todos los padres quieren a sus hijos: pero algunos castigan sus errores en vez de explicárselos. Ese castigo es entendido como un desafecto, y no hay peor mal para el niño que perder el afecto de sus padres. Y como la falta de amor engendra dolor, incluso odio, algunos desarrollan un comportamiento agresivo. Cuando sean padres harán lo mismo con sus hijos.

-Paula: Pero nadie tiene derecho a maltratar...

-Profesor: Y no hay que justificarlo, pero sí entenderlo para prevenirlo.

-Pedro: Yo lo entiendo: mi novia dice que me quiere, pero es muy rara y parece lo contrario; a veces me dan ganas de zurrarle.

-Profesor: Mientras sea un impulso pasajero y no un acto... Tu novia es libre de manifestar su afecto como considere conveniente. Es tu cariño el que debe atraerla. Esfuérzate, sin forzarla, en demostrarle lo que sientes y ella hará lo mismo; y acepta sus decisiones y las de los demás igual que quieres que acaten las tuyas. No puedes imponer, sino proponer y respetar. Así nunca caerás en los malos tratos y siempre serás bien tratado.

-Pedro: ... Yo también soporto de vez en cuando alguna «caricia» paterna...

-Profesor: ¿Y vas a remediarlo golpeando a tu novia como señal de amor? Si tú la castigas con un golpe porque tiene voluntad propia, ¿qué castigo debería imponerte la ley por comportarte como un un animal? No lo dudes: tu padre quiere lo mejor para ti. Quizá heredó malas conductas, de un tiempo en el que se creía (erróneamente, aunque aparezca en El Quijote, I, 20 ) que «quien bien te quiere te hará llorar»; y aprendió mal. Somos lo que heredamos, y también lo que nuestra voluntad decide. Por eso tú no debes repetir sus errores, sino aprender a legar lo mejor: que el amor -y su demostración afectiva- es la mejor puerta para el bien y la mejor prevención del mal. Tú, con tu comportamiento comprensivo, debes ser el eslabón que interrumpa la cadena de malos tratos. Tal vez sea la única forma de que desaparezca la violencia hogareña -y, por tanto, la social-.