La comisión europea lo tiene claro. La aprobación del tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea no puede sino traer ventajas a las pymes del viejo continente. La formalmente conocida como Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI) y popularizada bajo el nombre de TTIP, tiene sin embargo miles de detractores, que consideran que este tratado de asociación con Estados Unidos supone una regresión en términos democráticos.

El TTIP es en palabras de la Comisión Europea, un acuerdo que tiene como objetivo el «aumentar el comercio y la inversión entre la UE y los EE UU haciendo realidad el potencial sin explotar de un auténtico mercado transatlántico que genere nuevas oportunidades económicas de creación de empleo y crecimiento mediante un mejor acceso al mercado y una mayor compatibilidad reglamentaria y marcando una pauta en materia de normas mundiales».

El objetivo del TTIP, que en estos momentos se sigue negociando, es eliminar las barreras comerciales y los aranceles existentes entre Estados Unidos y la UE, de modo que se cree un área de libre comercio y los productos del viejo continente tengan más facilidades a la hora de venderse en Estados Unidos y viceversa. A pesar de que solo en los últimos meses hemos empezados a oír hablar del TTIP, el origen del mismo lo encontramos en 1990 con la firma de la «Declaración transatlántica» firmada por el primer presidente Bush y el presidente italiano Giulio Andreotti.

Después de varios años de estudios y contactos informales entre la UE y los Estados Unidos, las negociaciones oficiales se pusieron en marcha el 13 de febrero de 2013 y se han mantenido con un alto nivel de secretismo hasta hoy, cuando el debate ha empezado a calar entre la opinión pública. Las negociaciones no están siendo fáciles y de hecho hace unos meses estuvieron a punto de encallar definitivamente cuando, gracias a las filtraciones de Edward Snowden, descubrimos que la NSA había estado espiando a varios países europeos, llegando a «pinchar» el teléfono personal de varios mandatarios, como el de la primera ministra alemana, Angela Merkel.

El interés que la Comisión Europea tiene en el TTIP se hace evidente en el recién publicado informe Small and Médium Sized Entreprises and the Transatlantic Trade and Investment Partnership, un documento que indica que a día de hoy las pymes ya se encuentran entre los grandes beneficiados del comercio transatlántico. La UE calcula en este sentido que 150.000 pequeñas empresas exportaron a los Estados Unidos en 2012, lo que representa el 28% del total de las exportaciones de la UE a ese país. Las pymes tenían ese año una cuota superior a la media de las exportaciones de la UE en sectores relacionados con los alimentos, bebidas & agricultura, ropa, textiles y productos químicos.

Para sus detractores, la aprobación del TTIP supone entregar lo poco que queda de la soberanía nacional a los mercados. Porque lo que se negocia no sólo es un tratado de libre comercio, sino en realidad un cambio de las reglas de juego, en la relación que actualmente mantiene la Unión Europea con Estados Unidos. Dicho cambio de reglas supone en el marco del TTIP la creación de estructuras supranacionales encargadas de gestionar las relaciones entre ambos «bloques» y que entre otras cosas, dispondrán con organismos propios con capacidad ejecutiva en los países miembros de modo que un buen número de decisiones comerciales escaparán definitivamente del control de los países individuales.

Entre los organismos más polémicos se habla de un tipo de «órgano de justicia» que será el encargado de dirimir las disputas que existan entre las empresas, cuyas resoluciones serán inapelables y en las que no se contará con la voz ni el voto de los Estados miembros. Sus detractores indican a este respecto que el TTIP supone la tiranía del mercado, siendo el mercado el que elabora las leyes y las hace cumplir ante sus propios y nada democráticos órganos de justicia.

Ante una polémica que no para de crecer, la UE ha publicado el documento Los 10 grandes mitos sobre la ATCI en la que destacan afirmaciones como que «La ATCI respetará plenamente las normas de seguridad alimentaria y la manera cómo la UE las establece», «Las normas de la UE simplemente no son objeto de negociación» o que «Todos los acuerdos comerciales de la UE dejan libertad a los gobiernos para gestionar los servicios públicos tal como lo deseen», afirmación esta última, que hace referencia al temor que tienen muchos ciudadanos que la aprobación de la TTIP suponga en la práctica la privatización de los servicios públicos.

De momento se espera que las negociaciones se extiendan hasta como mínimo 2017. Parece más que probable que a menos que cambie la orientación política de la Comisión Europea (lo cual no va a pasar a menos que no se produzca un auténtico desastre económico) el acuerdo se firmará, si bien es pronto para poder determinar en qué términos y cómo afectará a cada uno de los países. Lo que sí parece claro es que la intención de ambas partes es que las pymes sean las grandes beneficiadas? ¿Aun a costa de los ciudadanos?