Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde mi terraza

No nos lo merecemos

Desde Madrid me llama un buen amigo, exresidente en Alicante durante muchos años, y que se siente completamente alicantino por vocación y devoción: «Los valencianos no os merecéis lo que está pasando». Se refería, naturalmente, al último escándalo por supuesta corrupción de al menos 29 personas, algunas muy destacadas en la política comunitaria, de las cuales veinticuatro han sido detenidas. Unos días antes Consuelo Císcar (recordemos, esposa de Rafael Blasco -hoy en la prisión de Picassent cumpliendo condena por el repugnante delito de apropiación indebida, entre otros cargos, al frente de Cooperación Internacional-), quedaba investigada e imputada por delitos parecidos durante su mandato como directora del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno); en el mundo de los marchantes de arte no es infrecuente engordar el precio de las obras que se adquieren por organismos oficiales, con las consiguientes comisiones para el comprador, o bien éste ejerce una especie de «derecho de pernada» obligando sutilmente al artista a regalar una de sus obras que pasará a formar parte de la colección privada de dicho comprador; si la imputación o la investigación avanza con resultados negativos para la señora Císcar, más pronto o más tarde visitará a su esposo en la cárcel valenciana. Pero los veinticuatro detenidos hoy mismo no son sino la gota que ha rebasado el vaso. Francamente, los ciudadanos de la Comunidad Valenciana no merecemos ser, una vez más, motivo de escándalo ante toda España por temas de corrupción, por muy supuesta que sea, aunque si no hay indicios de delito es poco probable que la policía judicial y la administración de justicia actúen. El otro día encontré a un amigo que, sin mediar palabra, me espetó: «He leído tu artículo de hoy; estás obsesionado con Sonia Castedo y con la derecha en general»; se refería, claro, a mi comentario sobre la fotografía de la exalcaldesa de las flores junto a los Reyes Magos alicantinos, que califiqué como desafortunada. ¿Qué pensará mi amigo en estos momentos? Es verdad que la corrupción (siempre supuesta, claro, hasta que se confirme en un juicio) ha salpicado a todos los partidos políticos en mayor o menor medida; pero lo cierto es que los pecados alicantinos son veniales comparados con los mortales de los valencianos. Pero, claro, en Valencia está el poder, el poder autentico, y ya sabemos que la tentación vive arriba. Lo cierto es que en nuestra ciudad, además de la investigada exalcaldesa, de algún caso pendiente de aclarar sobre políticos provinciales y del juicio ya celebrado, nada menos que en la Audiencia Nacional, a una concejala imprudente que escribió barbaridades con un tuit sobre la Corona, eso sí, antes de entrar en la vida pública, y que es defendida con una solidaridad y un corporativismo mal entendido por sus correligionarios, cuando es la propia concejala quien debería hacer mutis por el foro y abandonar la vida pública por pura dignidad personal, lo cierto es que somos Hermanitas de la Caridad frente a los políticos de la capital del reino. Así que, entre unos y otros, estamos como estamos, en una Comunidad en quiebra técnica. Pero lo terrible es que somos los ciudadanos los que hemos elegido a los representantes políticos que ahora nos traicionan. Todo ello es trasladable a la situación de la política nacional, en la que el personalismo y la falta de generosidad amenazan con llevarnos a unas nuevas elecciones generales. Los endemoniados resultados del 20 de Diciembre pasado llevaron a un mapa político complicado, ciertamente; pero los españoles no podemos entender que sea imposible llegar a un acuerdo, a un pacto sensato que haga arrancar definitivamente una nueva e histórica etapa en nuestro país. No, no nos merecemos todo lo que está sucediendo. En mundo loco donde siguen muriendo niños en el mar en su camino hacia una vida menos cruel que la que disfrutaban en sus países en guerra; en el que permitimos que ya hayan muerto de hambre (

La Perla. «¡Colgadlos bien alto sobre el pueblo! Quien llore por éstos, llora por la corrupción!» (Arthur Miller, dramaturgo americano).

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats