Por encima de partidismos, la macrorredada confirma el diagnostico de gravedad de la sociedad valenciana. El PP no solo fue el más votado en las pasadas elecciones autonómicas y locales, sino que el pasado 20-D consiguió revertir una tendencia negativa tras pasar a la oposición en el Consell y en la mayoría de ayuntamientos. Ese apoyo electoral había envalentonado a sus dirigentes, que tras la operación policial de ayer, y las que están por venir, quedan amortizados para dar la cara por la honestidad de sus miles de militantes y votantes. A falta de confirmación judicial, se demuestra que la actual dirección del PP valenciano ha pecado de omisión, en vez de hacer tabla rasa y pedir perdón primero al conjunto de valencianos, y después a la mayoría de ciudadanos que todavía confían en ellos. Complicado tiene Isabel Bonig regenerar una formación que funcionaba más por impulsos corruptos que por ideales comunes. Mientras Rita Barberá y Gerardo Camps sigan manteniendo su posición privilegiada, Bonig está desautorizada para dar lecciones de ética y estética. Es más, la falta de autoridad para expulsar del Partido Popular a la exalcaldesa de Valencia y al exvicepresidente del Consell socava la credibilidad de su actual lideresa y cimenta la cohesión de los grupos que dan apoyo a Ximo Puig, ahora que empezaban a producirse las primeras grietas en un gestión mejorable.

Si resulta preocupante, con todo lo sabido, que el PP siga siendo mayoritario, llama la atención que los únicos que desafiaron la omertá valenciana, digo de Esquerra Unida, se hayan convertido en extraparlamentarios. Es más, pese a la valentía de Marga Sanz, sin la colaboración de Marcos Benavent, el caso hubiera quedado en nada. Los dirigentes del PSPV y Compromís que abdicaron de su obligación, ahora no solo gobiernan, sino que sacan pecho. Resulta patético, cuando los Orengo y Altur prefirieron mirar hacia otro lado.

La corrupción es la principal lacra de la democracia porque tiende a instalarse de manera horizontal en todo el sistema, como vamos viendo. Nos queda la libertad de información, y ahí sí, los lectores de este periódico pueden presumir.