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Arturo Ruiz

Esto da miedo

Hay cosas que dichas así, a bocajarro, provocan respeto. El FLA. ¿Da o no da miedo? Soltado de pronto, impresiona. En los setenta nos hubiera sonado a frente de liberación de algún lejano y remoto país que comenzara por «a», probablemente sudamericano. Pero desde entonces el lenguaje no ha evolucionado por cauces revolucionarios sino al ritmo de la macroeconomía y por eso hoy sabemos -porque nos lo dicen, claro- que el FLA es el Fondo de Liquidez Autonómica. La aclaración nos puede dejar igual de fríos -la Revolución siempre fue mucho más emocionante-, pero debe subrayarse que de ese FLA dependemos todos.

Del FLA depende el tipo que levanta cada día la persiana de la tienda, acojonado por los impuestos y las pérdidas; el niño que se ha pasado toda vida recibiendo clase en barracones; el enfermo que se traga noches angustiosas en habitaciones compartidas de hospitales; o su hijo, al que usted lleva media vida pagándole estudios para acabar de pinche en una cocina de Benidorm o Berlín. Qué cosas. Lo que pueden hacer tres letras.

Y eso es así porque el FLA, según vuelven a decirnos los expertos, es el que ha permitido a la Generalitat tener dinero para ofrecernos no el mejor de los mundos posibles pero sí uno menos malo que otros; el que nos ha facilitado vías de promoción económica (aunque insuficientes para tantos autónomos), hospitales (aunque quebrados por las listas de espera), colegios (aunque a base de prefabricadas) o universidades (aunque sean plataformas para la precariedad laboral). El FLA es un fondo por el que el Gobierno le ha prestado dinero a una Comunidad que no lo tenía. Gracias, Montoro.

Ahora bien, el problema del lenguaje sometido por la macroeconomía es que parece que cosas como el FLA existen porque no había más remedio, surgidas por generación espontánea en plan abstracto y sin que nadie sea el responsable. Y eso no es exactamente así. Hay FLA por dos razones: la infrafinanciación a la que durante años ha estado sometida esta tierra de todos los valencianos y el derroche autóctono de los gestores de la misma tierra que dedicaron el dinero a estupideces (desde faustos eventos a premios de F-1) en vez de invertirlos en otras cosas que nos hubieran permitido no enterarnos nunca de lo que significaba el FLA. Ni de la falta que hacía.

A ver si me aclaro. Hay personas con nombres y apellidos que permitieron que la tierra de todos los valencianos no recibiera del Estado el dinero que esos valencianos merecían; y hay otras personas que permitieron que el poco dinero que se recibía se invirtieran en cosas que sólo necesitaban unos pocos. Es por eso por lo que durante años a los pacientes de los hospitales de todos los valencianos no les dieron nada -ni un modesto zumito, ni una mísera botellita de agua- desde la cena hasta el desayuno. Y mira que se pasa mal tantas horas de negra noche en un hospital jodido por enfermedades que atenazan el alma como para no tener derecho ni a un paupérrimo líquido que llevarse a la garganta reseca.

Ahora parece que al fin sacamos la cabeza. Según publicaba Pino Alberola, los pacientes hospitalarios podrán volver a tener tentempié nocturno. Viva. Pero eso tampoco ha sido porque sí. Ha sido porque usted y yo y los suyos y los míos se han dejado la piel en levantar este país; y porque los responsables de que se hundiera se han marchado. Al menos, algunos.

Eso sí, la macroeconomía nunca muere. Y el FLA, tampoco. Ahora resulta que los dineros escondidos bajo esas siglas ya no van a ser gratis. El Gobierno cobrará a la tierra de todos los valencianos intereses por recibirlos. Nada, una bicoca: 246 millones de euros que amenazan, una vez más, al tentempié. Según explicaba Julia Ruiz, eso es porque el mecanismo desde Madrid se ha puesto en marcha de forma inexorable, impulsado por un gobierno en funciones con el que no se puede negociar porque desde las elecciones carece de responsable. O el que tiene -Rajoy- ya no tiene nada que hacer. ¿Dónde estás, Montoro?

Así, esta crónica digna de Kafka quiere hacernos creer una vez más que estas cosas no tienen remedio. Pero sí lo tenían: si alguien no se hubiera enriquecido con los barracones de Ciegsa a lo mejor no necesitábamos FLA; ni que desde la tierra de todos los valencianos nuestros gestores se vuelvan locos a ver si alguien de ese gobierno en funciones que parece no existe se pone al teléfono para poder decirle que un poquito de por favor con esto del frente de liberación; ah, no, con esto del fondo autonómico. Lo que sea. Pero por favor: que no nos ahoguen más.

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