Ya sé que el título puede haberles llevado a engaño, pero no se me ocurría otro para llamar la atención sobre lo desapercibidas que han pasado tanto las referencias a la violencia machista en el primer discurso del Presidente del Congreso el día de la constitución de dicha Cámara como la iniciativa parlamentaria socialista registrada al día siguiente. Muchas eran las novedades como para prestarle atención a ese «pequeño detalle» que se ha cobrado en este país en menos de veinte años más víctimas mortales que el terrorismo de ETA.

El preceptivo juramento o promesa de acatamiento a la Constitución por buena parte de Sus Señorías añadió contenido a la breve fórmula que marcan los reglamentos parlamentarios. Lástima que no se acordasen de la violencia machista al pronunciarla. Y eso que esa misma mañana, media hora antes del comienzo de tan histórica sesión, Lucinda E.M. era asesinada a tiros por su expareja en plena calle en Vila-Seca (Tarragona). Vamos, como para no tenerlo presente. Quien sí lo hizo fue Patxi López, el recién electo Presidente del Congreso, que comenzó su discurso dedicando sus primeras palabras a las víctimas de los atentados terroristas en Estambul (el día anterior) y en Camerún (ese mismo día) y a Lucinda y a las otras tres mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año que, como dijo, «vuelven a arrojarnos a la cara la necesidad y nuestra obligación de buscar y tejer un gran acuerdo. Un pacto de Estado sin fisuras para combatir de manera integral y sin cuartel esta violencia que nos humilla a todos y a todas».

Son palabras, sí, pero al día siguiente el grupo parlamentario socialista del Congreso registró una proposición no de ley para su debate en Pleno «relativa a promover un Pacto Social, Político e Institucional que recupere el espíritu de consenso de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de protección integral contra la violencia de género vinculando a todos los partidos políticos, poderes del Estado y sociedad civil en un compromiso firme en pro de una política sostenida para la erradicación de la violencia de género». En ella se recoge un decálogo de medidas urgentes en la línea de las reivindicaciones que el movimiento feminista planteó en la gran marcha estatal contra las violencias machistas el pasado 7 de noviembre. Bien pudiera comenzar por aquí el consenso que tanto se reclama, pues ¿quién de Sus Señorías puede negarse a participar en un pacto para la erradicación de la violencia machista? ¿Quién de Sus Señorías va a poner en duda su urgencia, su carácter prioritario? Si lo hicieran, el título de este artículo se convertiría en una afirmación. Y no queremos que eso pase ¿verdad?

(NOTA: Tras el envío de este artículo, dos mujeres han sido asesinadas. El viernes, en Valencia, y ayer en Calvià).