No se asombren. Es lo que me preguntó una persona situada en una de las aceras de Juan Carlos I a mediodía del domingo pasado, cuando me dirigía al quiosco a comprar la prensa.

Tras mirarla con cara de estupor, me aclaró que venía de Crevillente, y que le había extrañado que no hubiera gente en la calle a esas horas.

Tardé en reaccionar, lo confieso; pero acabé explicándole que se iba a celebrar el domingo siguiente.

-¿Pero cómo? ¿No es hoy san Antón?

-Así es -respondí de nuevo-pero cuando san Antón cae en fin de semana, la Media Fiesta se celebra el siguiente- añadí en plan cicerone festero.

Ahora la cara de sorpresa era la que mostraban los visitantes, a quienes dejé murmurando mientras se marchaban malhumorados.

Sin perjuicio de que a la anécdota le fuera a la sacar jocoso partido en la comida familiar de ese domingo, no pude evitar una sensación de contrariedad. Pues tan dados como somos al continuo cambio en la Fiesta, no encontraba razones de peso que justificaran que no se celebrase todo junto este año, como había deducido erróneamente, pero con lógica, el visitante foráneo.

Resulta difícil entender que mientras no hay inconveniente en modificar cualquier acto festero, la Media Fiesta tenga que celebrarse, en todo caso, el fin de semana siguiente al día del patrono. Desde luego que sería lógico trasladarla por fuerza cuando dicha festividad cayera entre semana. Pero no si lo hiciera un viernes, sábado o domingo, en que se podrían ajustar perfectamente los actos para que todo se celebrase en el mismo fin de semana, y así dar mayor fuste y esplendor a la festividad con economía de esfuerzos.

Sin embargo, por si alguien no quería Media Fiesta, este año va a tomar tres tazas. Al aperitivo de las chirimías y la leña previamente esparcida en Las Cañadas (no sé si a ustedes, pero a mi el acto me recuerda a esos cotos de caza donde, antes de que las escopetas se echen al monte, abren las jaulas de las perdices), le ha seguido la hoguera de san Antonio Abad, y nos esperan los pasacalles, cucañas, disparos y desfiles de este fin de semana. Resulta insólito en el orbe festero un medio año que, entre pitos y flautas -y nunca mejor dicho-, abarque casi todos los fines de semana de un mes. Sobre todo con el grueso de las celebraciones alejadas de la festividad. Pero somos así. Elda is different.

Soy consciente de que las altas instancias festeras locales argumentarán, escandalizadas, que «siempre» (eso sí, con muchos matices; como ocurre habitualmente en este pueblo con título de ciudad) se ha hecho así; que es una «tradición». Pero no es menos cierto que en otros actos de la Fiesta, también «tradicionales», no se ha tenido inconveniente en someterlos a continuos cambios; como lo demuestran, por ejemplo, los bandazos espacio-temporales que han dado la proclamación de capitanes y abanderadas y el pregón a lo largo de los años; primero juntos y luego por separado.

En suma, tradiciones de escasos años que, a la vuelta de unos pocos, desaparecen; actos de quita y pon; miembros de entidades con notable raigambre que cambian de continuo con las directivas; fechas inciertas para actos señalados; escenarios de eventos festeros que dejan de serlo de repente; itinerarios cambiantes; horarios sujetos a continua modificación; etc.; parecen ser moneda común en nuestras Fiestas; mientras en otros aspectos se marcha en contra de la lógica y el sentido común so pretexto de mantener la tradición.

Al visitante le faltó preguntar por qué se hacía así. Le hubiera contestado lo de Dylan: "The answer, my friend, is blowin' in the wind". Que pasen una dichosa Media Fiesta.