Hablar hoy en día de Sixto Marco, transcurridos ya casi quince años desde su pérdida, es hablar de uno de los grandes referentes culturales de Elche en la segunda mitad de siglo XX. Artista de raza, polifacético, polivalente y versátil supo conjugar a lo largo de toda su vida su amor por el arte y por Elche, la ciudad que lo vio nacer y a la que siempre estuvo ligado. Cuando se cumplen cien años del nacimiento del genio, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Elche y el Patronato del Misteri d'Elx han querido rendirle homenaje con una exposición de su obra, más de 40 cuadros relacionados temáticamente con La Festa, titulada Sant Joan. El fill del tro.

Esta exposición monográfica recoge una de las grandes pasiones de Sixto Marco, el Misteri d'Elx. Y es que el pintor desempeñó durante veinticinco años el papel de Sant Joan, uno de los más emblemáticos de la representación. Muchos todavía recuerdan aquella figura alta e imponente sobre el andador y el cadafal, palma en mano, sobrecogiendo a los espectadores con aquella voz que a hacía silenciar a todos. Ginés Román, quien fuera Mestre de Capella del Misteri durante muchos años, dijo de él que «era el San Juan eterno del Misteri». Quizás ese modo tan especial de vivir el personaje, de hacerlo suyo, hizo que a través de su arte se fueran destilando todas y cada una de las sensaciones sentidas en el interior de la basílica o a pie de calle. La obra pictórica, que muestra la exposición que hoy se inaugura, recoge en esencia la mirada del artista como cantor, partícipe directo de las representaciones, pero también como espectador privilegiado de todo cuanto acontecía a su alrededor. Por este motivo, la pintura de Sixto Marco sabe plasmar a través de los colores y las formas un crisol de percepciones sensitivas que sólo pueden tener su origen en la propia experiencia personal de quien la vive con intensidad.

Sixto Marco fue para Elche muchas cosas: cantor, agitador cultural, impulsor del Grup d'Elx y del Museo de Arte Contemporáneo (del que también fue director), profesor de la Escuela de Pintura del Hort del Xocolater, futbolista, aficionado convencido del Elche C. F., etc.

Tal vez por esta razón recibió en vida numerosos reconocimientos tanto por parte de la ciudad, como de los propios ciudadanos. Así, fue nombrado Hijo Predilecto de Elche de Elche en 1999 y premiado con el Ram d'Or de Elche.

También, nuestra ciudad, le dedicó una calle y uno de sus institutos lleva su nombre.

Pero, sin duda, uno de los elementos que más han contribuido a mantener viva su memoria en estos últimos años sea la figura de bronce que, a su imagen y semejanza, descansa sobre un banco en la Plaza de San Juan. Cada vez que el paseante recorre aquellas calles y, a menudo de forma inesperada, se encuentra de frente con la magnífica estatua, surgen del recuerdo un buen número de anécdotas que quienes lo conocimos todavía guardamos con mucho cariño.

Porque Sixto Marco solía estar con frecuencia en todos aquellos lugares en los que se tratara cualquier tema relacionado con Elche. De este modo, era habitual verlo en el Ayuntamiento o en la Casa de la Festa casi diariamente. Muchos ilicitanos todavía recuerdan su carácter enérgico y decidido, las largas conversaciones y el trato siempre cercano y amable. Asimismo, también son recordados los acalorados debates en los que siempre intervenía con vehemencia defendiendo los intereses de la ciudad por encima de cualquier otra consideración. Tal vez por este motivo se convirtió en uno de los personajes públicos más queridos de Elche.

Suyo es uno de los legados culturales más importantes que conserva la ciudad y que podemos apreciar no sólo en los museos, sino también en los mosaicos que se encuentran en la Plaça de Baix, en las vidrieras del Museu de la Festa o en la cerámica que se halla en el Puente de la Virgen. Por ello, Elche siempre estará en deuda con él y debemos sentirnos afortunados por haber podido disfrutar de un extraordinario artista y una gran persona.

Podríamos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que el vector fundamental sobre el que giró la vida de Sixto Marco fue la pasión. Todos los proyectos que emprendió nacieron irradiados por este estado de entender la realidad que nos rodea, de poder captar a través de la mirada apasionada todo aquello que nos hace humanos. La pasión por Elche, por la Festa, por sus tradiciones y sus costumbres, por sus personas, por todo aquello que después sus manos y sus pinceles convirtieron en arte, quedará por siempre en el recuerdo de los ilicitanos e ilicitanas. Aprovechemos, pues, la oportunidad que se nos brinda durante estas semanas, a través de dicha exposición, de volver a contemplar a Sixto Marco, de buscar en sus cuadros al mismo Sant Joan, el fill del tro.