Cuánto me identifiqué con la última columna publicada por José Ramón Giner en el suplemento «Arte y Letras» de este diario titulada Atonía cultural. Con la prudencia y la claridad que le caracterizan, exponía un panorama nada halagüeño, constatando la falta de ambición y de rumbo hacia eso que llamamos proyecto cultural definido a medio y largo plazo en una ciudad como Alicante.
En más de una ocasión he recurrido a Giner a modo de terapeuta. Pocos como él han podido comprender mi desolación en ciertos momentos. Pero ante mi pregunta desesperada acerca de qué podemos hacer quienes nos hemos quedado aquí para los restos, en lugar de salir pitando como lo han hecho y lo siguen haciendo tantos otros, José Ramón siempre me tranquilizó y regaló el buen consejo de pelear desde nuestro lugar, desde nuestra tribuna.
No nos queda otra. No te quejes, hazlo tú. No quemes fuerzas lamentándote, ponlo tú en marcha. Es lo que han practicado otros compañeros, y ahí están sus resultados. Uno de ellos es John Sanderson, admirable en su tenacidad. Cuando vio zozobrar la nave de Ciudad de la Luz, fue capaz de trasladar a su territorio de la Universidad de Alicante su titulación de Arte Dramático, manteniendo unos niveles de excelencia. Ahora ha organizado unas denominadas «jornadas profesionales» en torno a las profesiones del cine, con periodicidad mensual, en principio de enero a abril. Es un sueño que yo ansié durante mucho tiempo, y que no me explicaba cómo no se había llevado a cabo años atrás. A la manera en que Luis Alegre en Zaragoza, Enrique Iznaola en Jaén, David Garrido en Mérida y tantos amigos en otros lugares, me parecía increíble que en Alicante, contando con Ciudad de la Luz, no se celebrase algo semejante.
John Sanderson inicia el ciclo el 21 de enero en la Sede la Universidad con el actor Fele Martínez. Qué casualidad, a la misma hora en que Imajoven organiza la tertulia anual en la FNAC donde los críticos de la ciudad realizarán su balance del año. Una reunión saludable e imprescindible. ¿Pero por qué solamente una al año? ¿No cabría la posibilidad de realizar más encuentros periódicos, no sería conveniente consolidar puntos de encuentro en una ciudad donde cada cual parece ir por libre?
A John Sanderson no se lo dieron hecho. Lo creó. Como tantos luchadores en otros terrenos, en la música, en las artes plásticas, en la fotografía. ¿Acaso existiría el Máster de Guitarra, sus prestigiosos ciclos, su extensa actividad, sin el esfuerzo decidido de Ignacio Rodes y Juan Antonio Roche Cárcel?
Cuando desde arriba las cosas han venido tan mal dadas, a cada cual, desde su terreno, no le ha quedado otra que sobrevivir. A su manera. Pero, claro, la imagen de conjunto que queda de todo ello es la definida con diagnóstico certero por José Ramón Giner, la de una atonía que urge de una vez por todas desterrar.
