La abogada del Estado afirmó sin ambages en la vista del caso Nóos lo que era un secreto a voces: Hacienda no somos todos, solo es una técnica de marketing, un bulo propagandístico que no evita a los pagafantas asalariados obligados a cotizar por imperativo legal su estrujamiento. El anuncio creado por Francisco Fernández Ordóñez para convertirnos en orgullosos contribuyentes del Estado Social de Derecho sigue siendo una patraña. La surrealista defensa del fiscal anticorrupción (vaya papelón, señor Horrach) y de la abogada del Estado a favor de la Infanta Cristina nos hace reír y llorar. Lo que duele, en este país donde mola escaquearse del fisco, es que ese «Hacienda no somos todos» nos recuerda que sufrimos la maldición de Sísifo cuando encaramos la pesada cuesta del fin de mes, a diferencia de los privilegiados que viven al margen de las nóminas; o en ellas, si pertenecen a una determinada casta de privilegiados funcionarios, que haberlos haylos. Y para hacernos más pesada la carga, nos suben los impuestos directos en la misma proporción que nos bajan los sueldos.

Así no hay manera de levantar la moral ni el mes a mes. Sin embargo, la Constitución es meridiana: «Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica» (artículo 31), porque si hubiese un incumplimiento generalizado de los impuestos o una imputación insuficiente no se podría pagar el gasto público, señores del PP, que siempre hablan de bajar los impuestos en lugar de subírselos a quienes más tienen y apenas pagan, como las grandes corporaciones.

De todas formas, uno no esperaría nunca que para preservar el interés de todos, llamado interés público -obligación del cuerpo de fiscales y de la Abogacía del Estado- se defienda nada menos que a la acusada de conductas muy poco honorables al grito de que Hacienda no somos todos, argumentando en sala que esto es una afirmación puramente publicitaria, sin valor jurídico alguno: de boca, insisto, de la abogada del Estado del juicio Nóos, dependiente del Ministerio de Justicia. Y todo para solicitar la aplicación de la «doctrina Botín», cuestionada, entre otros muchos, por el propio juez instructor del caso.

Es sorprendente «que el ministerio fiscal y la Abogacía del Estado se muestren ambos de acuerdo en que existió delito fiscal y, en cambio, contrariamente a la opinión judicial (la del juez Castro) entiendan que la deuda tributaria resultante, junto con los intereses y recargos que correspondan, ha de ser satisfecha por un solo deudor, Urdangarin o Diego Torres, «según el caso», exculpando a la lnfanta Cristina.

Como afirma Francisco de la Torre Díaz, inspector de Hacienda y autor del libro ¿Hacienda somos todos?, en el 2013 España recaudó el 38% del PIB, porcentaje similar al de Portugal o Grecia y lejos de Francia, que logra recaudar un 50%, o Alemania, que llega al 47%. En cambio, el gasto público se elevó a una cifra casi como la de ellos, el 44%. Si no mejora la moral fiscal, degradada por los escándalos de las cúpulas dirigentes, no es posible recaudar como Alemania. Y cuando el fraude aumenta, la civilización retrocede. Leo este tweet: Está claro que Hacienda somos todos, pero unos pagan y otros roban y gastan. Cada uno lo suyo.