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Francisco José Benito

Alicante tampoco es Belfast

Por supuesto que es indiscutible que la seguridad es clave para que el «tardeo» siga siendo un atractivo de Alicante, tanto para los de dentro como para los de fuera, pero las escenas que se vivieron el pasado fin de semana en algunas calles donde se desarrolla esta peculiar movida alicantina trasladaban más la imagen de una ciudad en alerta que la de un punto de encuentro para el ocio. Como suele suceder, en Alicante el término medio no existe y alguien debió pensar aquello tan español de «¿quieres café?, pues dos tazas». Particularmente, a mí, estar rodeado de uniformes tomándome el «gintonic» o compartiendo confidencias con los amigos no es lo que más me apetece cuando trato de desconectar de la rutina y los problemas del día a día, por lo que ver el centro lleno de policías como si acabara de producirse un atraco, una manifestación no autorizada o un atentado pues, insisto, no me parece la solución más adecudada. Vigilancia toda, pero seguro que hay medios más discretos para que el nivel de protección sea máximo y nadie se entere. Profesionales los hay y de lo más competente en Alicante para evitar comentarios como los que se escuchaban en Castaños y alrededores el sábado pasado: «¿Es que ha pasado algo?». Hay capitales europeas en las que a la policía no se la ve hasta que se la necesita. Ese debe ser el camino en una ciudad turística y tranquila como Alicante.

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