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Buenafuente ha vuelto a dejarse ver. Lo mejor con diferencia del retorno ha sido el arranque. Subido al edificio de Telefónica en plena Gran Vía amenaza con tirarse si el programa no empieza a las once en punto y si, entre otras bagatelas, no le traían a Will Smith de invitado. Una patrulla capitaneada por Gonzalo de Castro, el doctor Mateo, acude en su ayuda. Durante la negociación, Juan Diego llama al poli desplazado: «Sal de ahí cagando leches, yo me encargo. Tienes que ir a Televisión Española. Bertín Osborne amenaza con tirarse del Pirulí si no entrevista al Fary». «Jefe, el Fary está muerto». «Tú vas y se lo cuentas, joder». «Vale, vale». Una vez alcanzado el plató, Andreu hace recuento de la cantidad de cadenas por la que ha pasado -tevetrés, la otra 3, la Sexta...- y asegura que llegó a llamar no hace mucho a Canal 9, pero que no le contestaron. El primero que se puso en contacto con el programa fue el alcalde de Benidorm para agradecer la presencia del skyline de la ciudad turística, que el presentador justificó porque no se le ocurre nada que nos identifique más que la plaza en cuestión. Para compensar salió caracterizado con el pelazo de Puigdemont y, clavadito, confesó que habían tenido que recurrir a él para arreglar la situación; al cómico, claro. Todo fue sobre ruedas, actuación almodovariana incluida. El problema de la fórmula es el juego que los entrevistados den, pero el director manchego no falló. Contó que, con Mujeres... habiendo sido ya todo un pelotazo, su madre le dijo que por qué no regresaba a Telefónica, que eso sí que era seguro, y desveló entonces que le han mantenido la excedencia hasta hace bien poco. La compañía, tonta no es. Le habría venido de cine tenerlo allí expuesto junto a tanto artista reclutado.

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