Hoy, en Illescas, Toledo, en el lugar donde el escritor Lorenzo Silva, se retira del mundo para escribir sus novelas. Me recibe vestido con polar gris y vaqueros que envuelven su figura de manera informal. La verdad es que gana sin americana, está mucho más joven y divertido. Es un hombre inteligente, atractivo y sabe estar. Le gusta madrugar pero no siempre lo consigue. A veces aparece tarde y con ojeras cuando sus retoños no le han dado buena noche. Son las cosas del querer, ser padre y hacer familia con su esposa.

Es su refugio de trabajo, una casa muy amplia. En la planta superior hay una buhardilla enorme, es un lugar especial para Lorenzo, aquí es donde ha escrito parte de los cincuenta y cuatro libros publicados. Esto tiene sus más y sus menos porque un autor no relee lo que escribe. Un día que tuvo que ir a un colegio a hablar de novelas, un adolescente le preguntaba por lo que había querido decir en la página tal del libro cual. ¿Cómo se iba a acordar si hace veinte años que lo escribió?

Nos sirven un desayuno. El escritor con una pierna cruzada sobre la otra me cuenta que empezó con la literatura a los trece años y que a los quince ya estaba convencido de que quería publicar libros, así dio comienzo con sus primeras novelas. Por cierto, el café excelente. Es un hombre de éxito con anécdotas que contar. Con las tostadas en mano, dice que le han dado tres plantones. ¿Plantones?

Recuerda que tenía que dar una conferencia en Búfalo, era invierno y con una ventisca tremenda. El aeropuerto parecía un fantasma, desolado. Le dijeron que lo cerraban al día siguiente y así comprobó más tarde que fue, lo único que se veía al fondo era un taxi. Precipitadamente lo cogió y se dirigió al hotel. Por la mañana aparecieron los de la organización para decirle que se habían equivocado de día.

Degustando la tostada pasamos a hablar sobre su viaje a Noruega. Cuenta que tenía que acudir a Verdem para hablar sobre uno de sus libros y cuando llega al aeropuerto se repite la historia de que nadie le esperaba. Una especie de sorpresa porque ni siquiera sabía a qué hotel tenía que dirigirse. Su instinto le lleva a unirse a un grupo que había en el lugar de habla hispana, y decide irse al hotel donde estaban hospedados a ver si había suerte. Afortunadamente, allí era el congreso, en ese hotel, de lo contrario aún estaría buscando. Cosas que pasan, parecido a lo que le sucedió en Buenos Aires. Me encanta cómo se toma estas cosas, dice que siempre con resignación y sabiendo que saldrá a algún lugar civilizado.

Un sorbo de café mientras finjo no distraerme, no puedo evitar mirar alrededor, la mesa donde escribe está al frente, es enorme y con un orden inmaculado, la ilumina los destellos de sol que entran por los mayúsculos ventanales. Es un hombre discreto y sin vocación de exponer a la luz pública su persona, solo lo hace en la medida necesaria para sostener trabajo y obra. Le gusta viajar, la literatura, las series de TV que tratan sobre relatos contemporáneos interesantes con mucha injundia intelectual. Todo esto lo recoge en su blog y en el recopilatorio que acaba de publicar.

Silva, mira que te gusta escribir temas que giran en torno a la Guardia Civil -le digo-. Tienes ocho novelas publicadas sobre historias del Cuerpo, además de un ensayo histórico, si no recuerdo mal, titulado El sereno en peligro. Él me contesta diciendo que no tiene temas especiales y que piensa que la literatura debe buscar un camino que sea propio e historias que no estén muy visibles. ¿Es mejor escribir sobre el ángulo de las historias no visibles? Quizás sí, me contesta.

El escritor estará hasta marzo recluido en este su espacio creativo porque está finalizando una novela titulada Donde los escorpiones. El secreto mejor guardado y que me da la oportunidad desvelar en exclusiva en esta sección del diario INFORMACIÓN.

Es la historia de dos guardia civiles investigadores y que van tras las pistas de un homicidio cuyo cuerpo aparece fuera de España. El novelista para escribir su obra se apoya mucho en la Guardia Civil, para él son una buena fuente de información las vivencias de los agentes que participan en las distintas fases desde que se produce un homicidio. La inspección ocular, primera toma de contacto y cómo se derivan los indicios y pruebas en la escena o lugar del crimen. Cuando se empieza a tirar del hilo, días de vigilancia en un objetivo, intervenciones telefónicas, noches sin dormir, cómo se infiltran en lugares inhóspitos, bochornosos si es necesario llegando a poner en juego sus vidas para descubrir los hechos. A veces son organizaciones criminales peligrosas cuyo modus vivendi es el crimen. Hasta una detención puede suponer un riesgo mortal para un agente en esos casos. Es el colectivo que más asesinados tiene. De toda esta fuente de materia prima se sirve este autor para crear sus novelas. Prefiere escucharles a hacer preguntas aprovechando esa nutritiva relación que tiene y de donde se suministra de material fiel a la realidad.

Un placer conversar con Lorenzo. Se aprende a aprender solo en una conversación.