Pertenezco a la generación que se opuso en calles, plazas, universidades, a la guerra del Vietnam. Éramos antiimperialistas por definición. La generación europea de mayo del 68 éramos vitalmente antiamericanos -algunos incluso eran prosoviéticos-. Aún me sigo rebelando ante la soberbia imperialista del último presidente Bush, o del aspirante racista Donald Trump. Reconozco, sin embargo, mi error: el pueblo norteamericano, la nación es una gran nación, diversa, plural, defensor del Estado de Derecho, capaz de grandes realizaciones, de lo mejor y de lo peor, y desde hace décadas. Probablemente por eso fue capaz de elegir al primer presidente negro, Barack Obama, una persona que después de siete años criando canas en el cargo político de más responsabilidad mantiene la rebeldía del joven que trabajaba en los barrios marginales de Chicago. Creo que su discurso, además de ser una buena pieza oratoria, marca unas líneas estratégicas para los próximos lustros no sólo para el pueblo norteamericano, sino para cualquiera que quiera mejorar este mundo. (El discurso se puede encontrar en http://www.rtve.es/alacarta/videos/programa/obama/3442519/).

Tan solo aludió de pasada a sus logros; centro más su atención en las propuestas de futuro, para los próximos cinco o diez años. Vivimos, dijo, momentos de cambio que suponen una alteración y una inquietud, especialmente para las familias trabajadoras, porque pueden desembocar en «ampliar oportunidades o crear más desigualdad». Son cambios muy acelerados. Estados Unidos ya ha pasado por grandes cambios en su lucha por los derechos civiles o por los derechos de los trabajadores y ha demostrado -añadió citando a Lincoln- que «no nos adherimos a los dogmas del pasado tranquilo». Y marcó cuatro líneas estratégicas.

Cómo va a dar a todos oportunidades más justas y equitativas. Aparte de referirse a los logros de la Seguridad Social (Obamacare), habló de garantizar unos ingresos mínimos -mejorar la seguridad económica especialmente en las situaciones de desempleo- una formación permanente, la jubilación. Mejora de la enseñanza «contratando a los mejores profesores». Bajar los costes universitarios, incluso conseguir que los dos primeros años sean gratuitos. En la nueva economía hay que conseguir que las pequeñas y medianas empresas y los trabajadores tengan más voz frente al dominio de Wall Street.

Segunda, conseguir que la tecnología y el espíritu de innovación trabajen a favor de controlar el cambio climático con energías limpias y con investigación médica. Hay que mantener las inversiones en energías limpias, «es la más barata, y crea más empleo que las energías fósiles», hay que dar libertad de crear y almacenar energía en las viviendas. Se trata de acelerar la transición de fósiles a renovables. Además, añadió, potenciar las inversiones en investigaciones médicas que permitan acabar con el cáncer. O sea lo contrario que ha hecho aquí el último gobierno en renovables y en investigación.

Tercera, es la propuesta más dirigida a la audiencia norteamericana, como mantener seguros los EE UU sin ser la policía del mundo. Reafirmó con rotundidad que Estados Unidos es «la nación más poderosa de la tierra. Y punto». La amenaza hoy son los estados fallidos, Oriente Medio necesitará una generación para estabilizarse. La lucha contra «asesinos y fanáticos» de Al Qaeda o del ISIS requiere una estrategia más inteligente. El liderazgo es una aplicación inteligente del poder movilizando a los líderes en grandes coaliciones globales, con fuerzas locales. «Debemos rechazar cualquier política que apunte a personas por su raza o religión», dijo. «La percepción que tienen de nosotros en el mundo es más alta», y atacar a los musulmanes traiciona lo que somos, añadió. «No se trata de corrección política. Se trata de entender qué es lo que nos hace fuertes».

Por último planteó que nuestras políticas reflejen lo mejor de nosotros, no lo peor. El futuro que queremos en paz y sostenible está a nuestro alcance. Pero eso sólo ocurrirá si hay «unos vínculos básicos de confianza entre sus ciudadanos». Un futuro mejor requiere cambiar el sistema reduciendo la influencia del dinero en la política. Si nos rendimos «los que tienen dinero y poder tendrán más control». «Nuestro futuro colectivo depende de estar a la altura de nuestras obligaciones como ciudadanos», especialmente defendiendo a los más débiles. Después de evocar la labor de todos los trabajadores y empleados afirmó: «Creo en el cambio porque creo en ustedes», lo veo en su quehacer cotidiano, dijo Obama, antes de concluir con el clásico «Dios bendiga a América».

Y, que proteja al mundo de los Trump y de los del tea party. Añado yo.