Leo en algunas redes sociales comentarios muy críticos con la diputada de Podemos Carolina Bescansa. Sin ánimo de ser abogada de nadie diré que me parece bien que asistiera al pleno con su bebé lactante. Acepto las críticas e incluso las entiendo, pero no acepto ni tolero a los radicales que escondidos tras un perfil arremeten con insultos contra todo lo que huela a Podemos, y menos cuando se trata de algo tan natural. (Por cierto que ninguno de ellos ha dicho nada de la asistencia al Congreso del popular Gómez de la Serna, imputado por corrupción, pero eso es otro tema). Cuándo alguien dice que Bescansa podía haber dejado el bebé a la niñera, en la guardería o a su pareja, ¿conoce el significado de lactante? Es cierto que no todos los trabajadores (hombres y mujeres) pueden asistir a su puesto laboral con su pequeño a cuestas, pero si existe esa posibilidad, ¿por qué no aprovecharla? ¿Es mejor seguir haciendo malabares con los horarios, exprimir a los abuelos o pagar a otra persona para que se ocupe de la crianza de nuestros hijos? Como dice el refrán, paso a paso se hace camino y si el denostado reconocimiento a la maternidad o la casi inexistente conciliación empiezan por esto, por pequeños pasos, bienvenido sea.