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Francisco Esquivel

Sí, sí, pero con jabón Rosil

La misma jornada en que sus señorías ocuparon las localidades en la Carrera de San Jerónimo inaugurando una legislatura que promete... infartos, las Cortes Valencianas volvieron reeditando estilo. Quiero decir que la imagen de marca no nos la quitamos de encima. ¿En qué lugar se ha producido el primer salto de una diputada de Podemos al grupo mixto? Aquí, dónde va a ser. La parlamentaria más joven de la cámara, perteneciente a la formación más chula que un ocho, tomará el relevo de Rafa Blasco en el solar de los no adscritos. Impensable (?), pero cierto. Batimos récords. Tras liberarnos de un recinto infectado del insoportable trasiego aquel de imputaciones, los liberadores del sistema podrido se estrenan con el alma oliéndole a fosfatina. Es nuestro sino. Cualquiera sabe si tenemos remedio.

A sus 25 años, Covadonga Peremarch ha aprendido pronto y la otrora activista estudiantil ha preferido dejar la coherencia ideológica para mejor ocasión y embolsarse 14 pagas de 2.500 euracos netos cada una. El paso en cuestión no le ha impedido asegurar que mantiene la ilusión por el proyecto aunque considera injusto y carente de base jurídica el dictamen que la inhabilita e, incluso, ha puesto en solfa a los informáticos que llevaron a cabo el barrido de sus sospechosas andanzas. Se ve que, a la hora de ilusionarse, muy exigente no es que sea la muchacha.

Podemos, por su parte, esgrime que ha hecho todo lo que podía hacer. Qué humilde. Desde que se gestó, ha venido haciendo eso y más. Tanto, que se especula con que el portavoz parlamentario del grupo haya pactado con la díscola su reingreso a un año vista para impedir así el acceso a uno de la legión de díscolos existente. Sabíamos que la entrada de los emergentes en las instituciones iba a notarse, pero hasta este extremo no sé.

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